En la Feria de Córdoba cabe todo el mundo, todas las músicas, todas las ideologías y todos los perfiles. Además de peñas, hermandades y empresas, los colectivos sociales son parte imprescindible de la fiesta, impulsando casetas dirigidas por voluntarios cuya recaudación repercute directamente en la mejora de la calidad de vida de algún colectivo. Así, José María Reifs es el presidente de Alcer, la asociación que ofrece desde hace tres años un espacio de convivencia a los enfermos renales en su caseta, situada en la calle Los Patios 6. «Queremos lanzar el mensaje de que aunque tengas una enfermedad o una situación complicada, también hay que intentar pasarlo bien en estos días», explica. Por eso animan a visitar su caseta, con la que pretenden visibilizar las enfermedades renales. «Este es un evento que tiene un gran impacto social en Córdoba y nos parece importante estar presentes». Montar una caseta supone una fuerte inversión, por eso Reifs cree que quizás sería deseable que el Ayuntamiento previera alguna ayuda a los colectivos sociales, por el fin que persiguen.

La Asociación Romaní de Córdoba ha abierto este año por primera vez su Caseta de Lunares, en la calle Los patios 15. Jorge Nieto, uno de los responsables, asegura que la experiencia está siendo inolvidable. «La nuestra es una caseta multicultural que quiere difundir nuestra cultura flamenca en la Feria», explica. Para ello, han organizado conciertos varios días de la semana. «El jueves estuvo El Carpeta, hermano de Farruquito, y mañana (por hoy sábado) esperamos a Remedios Amaya o Cherokee, aún está por concretar», comenta. Aunque atrae a mucho público gitano, el espíritu de la caseta es la apertura a todo el mundo. «Lo mejor está siendo la cantidad de amigos que estamos haciendo, lo bien que se están portando con nosotros las casetas vecinas y la implicación de nuestras mujeres», asegura. ALA Colega, la caseta LGTBI de la Feria de Córdoba, también presume del talante «respetuoso, tolerante y abierto» de la caseta y de la gente que los visita. La hora punta en este espacio, situado en la calle Corredera 14, es la madrugada, a partir de las dos, según Alfonso Redondo, padre de las presidentas de ALA y de Colega y responsable de la caseta. «Llevo 15 años montando caseta por amor a mis hijas», dice convencido. A diferencia de otras casetas que hablan de recuperación, en la suya se sigue notando la falta de recursos de los jóvenes. «Aquí vienen los chavales y bailan, pero no consumen mucho porque no tienen dinero», comenta convencido, «el botellón hace mucho daño».

ASPA es otro clásico de la Feria en la que trabajan de 25 a 30 voluntarios al día de partidos y colectivos sociales. Según Ana Ortega, veterana de la caseta, ubicada en la calle Judería 7, «el primer fin de semana ha sido muy fuerte este año». Acostumbrados al lleno nocturno, «hacía 15 años que no se acababan todos los barriles de cerveza y este año pasó el sábado», explica. El mayor atractivo de ASPA es «la parrilla, mezcla de comida latinoamericana y cordobesa, y la música, tenemos el mejor equipo de dj de la Feria», afirma convencida. Este año, como novedad, han traído también espectáculo de magos para los niños. «El tiempo marca siempre la Feria y este año está siendo genial», según Ana. La mayor parte de la recaudación, en todas, va a proyectos sociales. Colaboren.