«He visto a uno con libreta y no me lo he pensado: ¿dais trabajo?», decía una joven acercándose al grupo que paseábamos por Palmeras. Se cumple así el tópico de que si vas a Palmeras te asaltan... pero para pedir trabajo. «Claro que hay una minoría que no quiere trabajar, pero lo mismo que en cualquier otro barrio, solo que en los demás esa minoría espera vivir de las rentas de sus padres», argumenta de forma demoledora el directivo de la AV Unión y Esperanza Eugenio Rosa. Y es que pasear una mañana por Palmeras junto a impulsores del Plan Integral es otra forma de conocer el barrio. Donde hay un enorme charco de aguas fecales de un edificio con los bajantes destrozados, ellos hablan de un sistema para agilizar reparaciones; ante locales tapiados y ocupados, imaginan comercios con emprendedores; donde hay una pista arenosa junto a un cauce cubierto de vegetación y repleto de ratas, ellos ven un paseo arbolado y el inicio de rutas senderistas hacia la Sierra...

A parte de si uno es creyente o no (por cierto, la cofradía de Palmeras hace una labor social, de convivencia e integración épica), resulta que para sacar al barrio de su postración hay que aplicar las 3 virtudes teologales: Fe, porque «tienen que creer que el barrio va a cambiar para que cambie el barrio», dice el Plan Integral. Caridad, y no porque se pida una limosna, sino porque hay que querer y quererse a uno mismo para recuperar la autoestima. Y sobre todo: nunca, nunca, nunca perder la esperanza.