"El hospital es mi casa, mi vida". Dolores Prieto celebra desde su jubilación el 40 aniversario del Reina Sofía con una mezcla de emoción y nostalgia y una certeza: que sus profesionales han sido y son quienes han logrado convertir en todo un referente este centro hospitalario. Profesionales que han mantenido vivo el espíritu del Reina Sofía y que continúan trabajando con la misma ilusión con la que llegaron al hospital hace 40 años. "Ese espíritu está vigente desde los comienzos y se ha mantenido por el empeño y la lucha de muchos buenos profesionales", comenta Dolores. Numerosos facultativos y empleados de otras categorías que llegaron de otras provincias o de otros centros hospitalarios ya en marcha en Córdoba en 1976 como el Provincial o la residencia Teniente Coronel Noreña.

Dolores Prieto, la primera enfermera de Córdoba que obtuvo el doctorado y la primera fisioterapeuta "excelente" por la Agencia de Calidad Sanitaria, llegó al emergente Reina Sofía desde la Clínica Puerta de Hierro y echó a rodar, junto a otros compañeros, el servicio de hemodiálisis, del que fue supervisora durante 8 años. Aún recuerda lo viejas que eran las máquinas, pero también la fuerza y el compañerismo con el que se trabajaba y la ilusión de empezar un proyecto nuevo. Dolores, que se ha jubilado en Fisioterapia Respiratoria, recuerda también con orgullo el programa de fisioterapia para trasplantados de pulmón, "puntero en toda España", que puso en marcha. "En la recuperación de los pacientes colaboran todos los profesionales que trabajan en un hospital desde el médico y la enfermera, hasta los celadores y las limpiadoras", afirma.

El subdirector de Personal del hospital Reina Sofía, Juan Alfonso Sereno, señalaba ayer que "además de contar en el hospital con profesionales que llevan aquí 40 años trabajando, tenemos un par de docenas de niños que nacieron justo el año que se inauguró el Reina Sofía y que en la actualidad forman parte de nuestra plantilla". Rafael León es uno de ellos. Nació el 30 de marzo de 1976 en un hospital con olor a nuevo y todo por estrenar y, 25 años después, entraba a formar parte de esa gran familia como médico. "Trabajar en el mismo sitio donde nací tiene para mi una carga emocional importante. Aquí han nacido mis dos hijos. En cierto modo, incorporarme a su plantilla y contribuir a la evolución de este gran hospital me gratifica más que la recompensa económica", afirma. Como profesional, trabajar en la Unidad de Cuidados Intensivos del Reina Sofía es "un orgullo"; y como ciudadano "también, por tener en Córdoba un hospital de esta reputación". De hecho, como curiosidad reconoce que cuando viaja fuera de la ciudad siempre se siente inseguro: "Como los profesionales de aquí, en ningún sitio. Este hospital crea dependencia", asegura. "Este es mi hospital y me siento parte de él", concluye.