El reencuentro en Alcalá la Real de Inés y Rosaura, madre e hija separadas hace 35 años tras el nacimiento de ésta en Priego de Córdoba, ha destapado una larga lista de interrogantes sobre qué fue lo que realmente ocurrió en octubre de 1977 en el hospital San Juan de Dios de la localidad después del alumbramiento de Rosaura.

Mercedes Ortiz, intermediaria de la emotiva reunión, saltó ayer a la palestra para desmentir que la adopción de Rosaura fuera un robo y señalar a la familia directa de Inés, en concreto a su madre, como posible artífice de la operación. Según el relato de Mercedes, en el que sigue habiendo lagunas por resolver, todo empezó la noche en que Inés Arjona ingresó en el hospital de Priego para parir. En aquel momento, una señora llamada Rosario Montoro se encontraba en el hospital cuidando de un familiar cuando se enteró de que una joven iba a dar a luz y que su madre quería deshacerse de la niña, por lo que buscaban a alguien a quien entregar al bebé en adopción. Rosario, fallecida hace unos años, decidió intervenir y ponerles en contacto con un matrimonio mayor de Sevilla, familiares de ella, que llevaba años queriendo tener hijos. Esa misma noche, María Luisa (prima de Mercedes) y su marido acudieron a Priego a por Rosaura, que fue arrebatada a su madre, con ayuda del personal del hospital, que comunicó a Inés que su niña había fallecido.

Inés Arjona, que asegura haber pasado toda la vida obsesionada con que su hija no murió aquel día, dijo ayer que ella siempre culpó a Antonio, su marido durante años y padre (según Inés) de esa niña, de lo ocurrido aquella noche, ya que él dudaba de su paternidad y no estaba dispuesto a criar a otro bebé que no fuera suyo (recordemos que Inés ya era madre soltera por aquel entonces). Esta versión contrasta con la aportada por Mercedes, que apunta a la madre de Inés y abuela de Rosaura como protagonista de aquella transacción. Según Inés, aquella noche fue su pareja, Antonio, quien la acompañó a la maternidad. "Nunca jamás podría imaginar que mi madre tuviera nada que ver con aquello porque, que yo recuerde, nadie de mi familia vino conmigo a dar a luz, ya que mis padres me habían echado de casa al enterarse de que estaba embarazada otra vez", insiste.

Para la hija, Rosaura, que sigue pendiente del resultado de las pruebas de ADN, lo importante de todo lo que ha pasado es poder conocer sus raíces y resolver las incógnitas sobre su pasado, ya que siempre supo que era adoptada, pero desconocía las circunstancias que llevaron a sus padres biológicos a entregarla a otra familia. "Por muy chungo que sea lo que haya descubierto, estoy contenta porque ahora sé de dónde vengo", afirma, al tiempo que aclara que esto no ha hecho más que empezar. "He dado un paso importante al conocer a mi madre biológica y a mis hermanos, pero todavía tengo muchas preguntas sin resolver". Rosaura insiste en que no quiere venganza y que solo está investigando para aclarar sus orígenes. Sin embargo, tiene indicios que le hacen sospechar que hubo "cosas raras" en el proceso de adopción, por lo que tiene previsto pedir documentación en el hospital donde nació para saber cómo ocurrieron los hechos. "De momento, solo tengo pruebas de que se falsificó algún documento, porque si he nacido en Priego no se explica cómo tengo una partida de nacimiento que dice que nací en Sevilla". En cualquier caso, Rosaura está dispuesta a seguir investigando por su cuenta. "Todavía no sé si fue mi abuela o el que era mi padre, según mi madre biológica, quien organizó todo, imagino que hubo personal del hospital implicado, pero no tengo constancia de qué papel jugaron en todo esto y tampoco puedo demostrar que hubo dinero de por medio porque solo tengo un justificante que dice que mis padres adoptivos pagaron una cantidad por mi inscripción tardía en el registro", explica Rosaura. Para ella, su madre fue una víctima de las circunstancias a la que le fue arrebatada su hija nada más nacer. Sobre la posibilidad de que hubiera más casos como el suyo en este mismo hospital, Rosaura dice que cree que no fue la única, por lo que anima a quienes tengan indicios a investigar, "que luchen, que no tengan miedo a lo que se puedan encontrar porque es peor no saber quién eres".

Ella siempre tuvo claro que sus orígenes andaban por Córdoba. "Las pistas que tenía siempre me llevaban a Priego, donde mis padres tenían familiares que yo visité de pequeña", explica sincera, al tiempo que recuerda que su padre, reacio a dar cualquier explicación sobre el tema, bromeaba diciéndole que ella era cordobesa.

A la espera de que las pruebas de ADN confirmen el parentesco, Inés y Rosaura se muestran convencidas de que ambas son madre e hija y no parecen albergar muchas dudas. "Solo por el parecido tan grande que tengo a la hermana de mi madre diría que sí, aunque nunca se sabe, veremos qué dicen las pruebas", dice Rosaura.