Son muchas las jóvenes que aplazan la maternidad hasta bien pasados los 30 años porque hasta alcanzar esa edad se han dedicado a acumular estudios y trabajos precarios. Luego, con la excusa de la crisis, no les renuevan contrato o no lo encuentran si se quedan embarazadas. En pleno siglo XXI se sigue discriminando a la mujer en edad fértil, mientras que al hombre no le preguntan en una entrevista de trabajo si se cogerá él la baja maternal o reducción para criar a su hijo.