Susanita Díaz tiene un ratón, pero de momento, prefiere jugar con él y con la prensa al ratón y al gato. ¿Anunciará en Córdoba su candidatura, lo hará en Sevilla o esperará a descubrir sus intencionees en Madrid? ¿Lo dirá hoy, mañana o tres días antes del congreso del PSOE? ¿Será una hora antes del telediario o en un acto multitudinario a última hora de la tarde? Desde hace semanas, cada vez que Susana Díaz convoca un acto público todo el mundo espera que lo diga ya, que de una vez por todas descubra las cartas y dé el «sí quiero» con la boca bien grande, pero de momento, parece que no está por la labor. A lo más que llega es a eso de «hoy no toca». Aunque todo el mundo, dentro y fuera del PSOE, parece dar ya por supuesto que Susana Díaz será una de las candidatas a la secretaría general de su partido y que se presentará a las primarias para batirse en duelo frente al resto de candidatos, la presidenta de la Junta de Andalucía prefiere esperar. Dicen que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Quizás por eso Díaz continúa su gira nacional, empeñada en inocular la «ilusión» en la militancia, sin soltar prenda sobre sus intenciones.

Foto: Anaís Fernández, Isabel Ambrosio, Susana Díaz y Juan Pablo Durán.

Los jóvenes socialistas cordobeses fueron ayer los afortunados en recibir a su líder y lo hicieron con los brazos abiertos, acompañados por la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, el presidente del Parlamento andaluz, el también cordobés Juan Pablo Durán, que dejaron ver en sus intervenciones casi con más claridad que la propia Díaz que la presidenta de la Junta dará el paso a Madrid más pronto que tarde.

Susana Díaz, por su parte, haciendo gala de su habitual derroche de energía, ofreció un discurso «improvisado» (quiero decir sin papeles) de 55 minutos, donde se esforzó por instruir a los jóvenes sobre lo que deben hacer para levantar al PSOE. ««Estoy convencida de que hay una inmensa mayoría de ciudadanos esperando al PSOE, a que nos levantemos y les demos la mano», dijo en el minuto 54 después de dar un repaso a su receta de cómo debe el PSOE recuperar Moncloa y el Gobierno de España. Empezó hablando de feminismo, de violencia de género y de cómo el PSOE debe combatir esa lacra y reclamar un Pacto Nacional contra la Violencia de Género que incluya a los ayuntamientos, para continuar con el 28-F y la importancia del autogobierno para Andalucía. De ahí saltó a la sanidad y la educación públicas como las joyas de la corona y criticó los «ataques» que ha recibido el gobierno andaluz desde esferas «manipuladas» que intentan hacer de la sanidad «un negocio» y de la educación «un transmisor de ideología». A los suyos aconsejó que no se amilanen y que cada vez que se equivoquen «escuchen y rectifiquen», pero que «los errores no sean pretexto para no hablar de las cosas buenas que ha hecho el PSOE».

Del PP dijo que ya conoce su modelo, «basado en el negocio» mientras pidió a Podemos que explique el suyo para concluir que ambos partidos, uno desde el «inmovilismo» y el otro desde la «radicalidad» constituyen un freno para España.

En una hora, dio tiempo para hablar casi de todo. También para reconocer errores. Al hilo de la sanidad pública, Susana Díaz reconoció que la andaluza es un ejemplo, pero que hay que mejorar en «listas de espera y en el servicio de Urgencias».

Tras una semana de protestas de la escuela concertada, la presidenta socialista acusó a PP y Podemos de intentar «poner en un brete a la educación pública» y aprovechó para lanzar un mensaje a la ciudadanía. «No se va a retirar ni un concierto, pero donde coincida una unidad pública y una concertada, la prioridad siempre va a ser mantener la pública», recalcó, antes de preguntarse «a qué tanto revuelo» cuando «en Córdoba, por ejemplo, lo que está en cuestión son dos unidades de 25 niños, nada más». Por último, a los defensores de la educación segregada les dijo alto y claro: «Quien quiera educación segregada, que se la pague».

Tras acusar a la derecha de intentado «inocular la resignación haciéndonos creer que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ya no podremos vivir más así», se detuvo en los impuestos que pagan los españoles y pidió que «se haga público lo que se paga en cada rincón de España». Habló de los ricos y de los pobres, de cómo ahora los ricos son más ricos que antes y los pobres más pobres, de la injusta factura de la luz, de lo poco que ha cambiado el PP en su congreso («por no cambiar, no han cambiado ni a Arenas», bromeó»), habló de todo, pero no dijo si será candidata. O no. Se mantiene en su quizás. Quizás. Quizás.