El 3 de abril, la dirección nacional del Partido Popular hizo público mediante una filtración a un medio de comunicación una decisión que afectaba directamente al futuro de José Antonio Nieto y al de la formación en Córdoba: el que había sido presidente de los populares cordobeses desde 2006 no podía optar a la reelección. Esa fue la decisión que desató el polvorín porque que Nieto siguiera siendo presidente era un axioma que nadie hubiera discutido. La dirección del PP decidió mantener la premisa de no hacer posible la compatibilidad de cargos orgánicos e institucionales en el caso de Córdoba, donde el hasta entonces único aspirante, José Antonio Nieto, es actualmente secretario de Estado de Seguridad. Desde que se dio a conocer esa decisión hasta el día 17 de abril, Nieto no hizo ninguna declaración pública. Sí lo hicieron muchos miembros del partido que expresaron, sobre todo en las redes sociales, su apoyo al defenestrado.

Nieto rompió su silencio en una comparecencia pública el día 17 (el lunes justo después de Semana Santa) diciendo que renunciaba a la presidencia para no hacer «rehén» de su «causa» al partido, aunque mostraba su malestar por las formas en que se había hecho pública la decisión. Para entonces, ya se habían dado pasos para la designación de un candidato alternativo y había varias quinielas con los posibles sucesores de Nieto. Diario CÓRDOBA había dado a conocer que la decisión de apoyar a Adolfo Molina se tomó la tarde del Miércoles Santo en un encuentro en el que participaron unas 30 personas. El encuentro, al que como el mismo Nieto explicó asistieron quienes le habían llamado para preocuparse por su situación, sentó mal a un sector del PP, que lo interpretó como una imposición del aparato. Ese sector sería el que a la postre terminó apoyando a Rosario Alarcón, que comunicó públicamente su intención de optar a la secretaría del PP ese mismo lunes 17 de abril, a lo largo de una junta directiva provincial en la que Adolfo Molina también dio un paso al frente.