-¿Cuál ha sido su papel en la comisión de memoria histórica impulsada por el Ayuntamiento?

-Francisco Acosta, profesor titular de Historia Contemporánea, y yo hemos aportado el trabajo de historiadores. En mi caso he puesto a disposición de la comisión casi 40 años en el ejercicio de la profesión, dedicado a la docencia de cuestiones relacionadas con la república, la guerra civil y sus consecuencias; la articulación del franquisimo y su desarrollo, principalmente.

-Dentro de unas jornadas de Al-Zahara (hoy en la Casa Ciudadana a las 19.30 horas) ofrece una ponencia sobre memoria histórica. ¿Por qué hay que seguir hablando de ello?

-Los cordobeses tenemos un problema con nuestro pasado y para algunos es un auténtico trauma. Este problema viene de una especie de tergiversación de la historia, ya que muchas generaciones, educadas en la dictadura, conocieron una historia manipulada: la memoria de los vencedores. La labor del investigador debe servir para aportar una visión del pasado ajustada a la realidad. Ver lo que ha ocurrido y explicarlo es una vacuna para no repetirlo.

-¿Desconocemos mucho de nuestra historia más cercana?

-Hay muchas historias relacionadas con la guerra civil y sus consecuencias que todavía desconocen los cordobeses. Un buen ejemplo es el exilio, ya que ignoramos quiénes fueron los exiliados cordobeses. Por eso recuperar la memoria de esta gente es una razón suficiente para que se organicen jornadas de este tipo y que sobre todo esto se asuma con la mayor naturalidad posible. Los historiadores no podemos pasar una página sin haber leído la anterior. Debemos asumir las páginas más negras de nuestra historia.

<b>-¿Cómo fue aquí la reprensión?</b>

-Durísima y está documentada. Desde las primeras semanas de la guerra hasta febrero del 37, cuando se crea el consejo de guerra permanente, se ejecutó sin contemplaciones a todo aquel que se sospechaba que era simpatizante republicano. La prueba son las dos fosas de San Rafael y la Salud, dos de las más importantes que hay en toda España. Están documentados hasta ahora 2.800 ejecutados, pero sospechamos que hay 4.000 personas. El Archivo Municipal ya hizo un trabajo muy serio de restauración de la dignidad de estas víctimas.

<b>-¿Cuándo empezarán a exhumarse en Córdoba capital?

</b>-Tras la noticia de que la Junta había iniciado el mecanismo para las exhumaciones, pedimos al Ayuntamiento que se hiciera un convenio para que se interviniera con un mayor sostén político e institucional. Es un primer paso, pero quedan muchos más, porque es un tema complejo. Pero se va avanzando y parece que se han empezado a desafectar las parcelas de las fosas comunes.

<b>-Parece que no hay consenso en la eliminación de los nombres con pasado franquista del callejero, ¿cuál es su opinión?

-</b>La ley de memoria andaluza es muy estricta con este asunto. Todos los símbolos o nombres del franquismo deben desaparecer en un periodo de 18 meses desde la aprobación de la ley. Nuestra labor, teniendo en cuenta que ya se habían hecho depuraciones en anteriores corporaciones, era indagar en fuentes documentales las personas que tuvieron una implicación con el golpe o la institucionalización de la dictadura. No hacemos ninguna valoración, sino una propuesta de currículum. Es inaudito que todavía haya una calle que lleve el nombre de Falange desde el 18 de julio hasta el fin de la guerra; o de quien fuera secretario de la persona más malvada que ha vivido en esta ciudad, Bruno Ibáñez Gálvez, el auténtico represor y responsable de muchos de los crímenes de aquel verano. Es un grupo de 15 o 20 personas que el Ayuntamiento tendrá que ver si, a la vista de los documentos que facilitamos, se eliminan del callejero. En la biografía de algunos de ellos se encuentran valores que justificaron en su momento que se les diera una calle. La vida está llena de claros y oscuros, y el Ayuntamiento tendrá que valorar si valen más los claros o los oscuros.

<b>-¿Qué ocurre cuando los nombres tienen arraigo en el imaginario colectivo, como ocurre con Cañero?

</b>-El personaje no tiene defensa. Debemos hacer una labor pedagógica para que veamos lo que significó este hombre y por qué se propone que desaparezca, por muy vinculado que esté al imaginario de la ciudad e identificado, paradójicamente, con posiciones tipo progresistas. Esta contradicción está ahí quizá por desconocimiento.