El terror de la banda criminal ETA y la amargura que dejó en sus cientos de atentados también tocó a Córdoba. Diez cordobeses, entre guardias civiles, policías nacionales, un sargento del Ejército y familiares, murieron asesinados con cobardes tiros en la nuca, con coches bomba o bombas trampas...

El relato de esas acciones que rompieron vidas de cordobeses no puede ser más espeluznante. El más reciente de ellos fue el asesinato del sargento Miguel Ángel Ayllón, granadino de nacimiento pero cordobés de adopción, el 20 de mayo de 1996 en la avenida Carlos III. El militar, de 27 años, murió al estallar una bomba que dos terroristas habían dejado en un contenedor de basura. El objetivo era atentar contra un grupo de militares que esperaba ser recogido por un autobús que cada mañana los trasladaba a la base militar de Cerro Muriano. La intención era hacer una masacre, pero un fallo en el control remoto que accionó la bomba la hizo estallar antes de que el vehículo militar se acercara a la parada en la que esperaba Ayllón. La explosión, además de matar al sargento, hirió a otras cuatro personas.

Los terroristas esperaban haber hecho una matanza mayor. Los 25 militares que viajaban en el autobús salvaron milagrosamente sus vidas, ya que el vehículo pasó entre dos coches cargados con 200 kilos de amosal que no llegaron a explotar. El fallo en el mando a distancia empleado por los terroristas evitó que estallaran ambos coches bomba, cuya localización y posterior detonación por los artificieros sembró de inquietud a los vecinos de Carlos III. La explosión de las bombas se oyó en toda la ciudad durante la madrugada del día siguiente. Los explosivos, escondidos dentro de cuatro ollas a presión, estaban dispuestos de forma que la onda expansiva se dirigiera hacia el centro de la calzada.

ATENTADOS EN EL PAÍS VASCO // La lista de cordobeses asesinados por ETA se remonta a febrero de 1979. El día 3 de ese mes y año, el guardia civil José Díaz Pérez, natural de Córdoba, de 25 años y soltero, moría asesinado a tiros en el barrio de Bazcargo, en Andoáin (Guipuzcoa) cuando se encontraba en la puerta del cuartel de la Guardia Civil de esa localidad.

Un año después, el 16 de abril de 1980, el guardia civil Luis Martos García, (Córdoba, 29 años, casado y con un hijo), fue ametrallado mientras tramitaba los papeles de un camión con matrícula extranjera que iba a cruzar la frontera de Irún. Martos estaba adscrito al puesto de especialistas fiscales de Irún (Guipúzcoa).

El 9 de julio de 1985 era asesinado en San Sebastián el guardia civil Antonio Jesús Trujillo, natural de Priego de Córdoba, de 22 años y soltero. Estaba de paisano y era encargado de la custodia de la Delegación de Hacienda de Donosti.

El 4 de agosto de 1985 moría de un tiro en la nuca en Elgoibar (Guipúzcoa) el guardia civil Juan Expósito Afán, natural de Aguilar de la Frontera, de 62 años, casado y con cuatro hijos. Un año antes había pasado a la reserva.

El 2 de septiembre de 1990 moría en Bilbao José Manuel Alba Morales, natural de Zaragoza, aunque su familia residía en Córdoba. Tenía 22 años, estaba casado y su mujer esperaba su primer hijo. ETA lo asesinó haciendo explotar un coche bomba lanzado contra una garita de vigilancia del muelle de Bilbao.

El 19 de abril de 1995 fue asesinado el policía nacional Eduardo López Moreno, natural de Montilla, de 38 años, casado y con tres hijos. Acabó con su vida una bomba trampa con cinco kilos de explosivos.

CUARTEL DE ZARAGOZA // Uno de los atentados más sangrientos de ETA tuvo lugar del 11 de diciembre de 1987 cuando hizo estallar un coche bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. En ese atentado murieron el agente Emilio Capilla Tocado, natural de Valsequillo, de 39 años, su esposa María Dolores Franco y una hija de ambos, Rocío. Otro hijo, Emilio José, logró sobrevivir al atentado.