La 34º edición de Palma, Feria de Teatro en el Sur viene llena de nombres propios del mundo del teatro andaluz. Uno de los que han sonado con más fuerza en las semanas previas a la muestra es el del escenógrafo Curt Allen Willmer, ganador del Premio MAX del Teatro 2017 por su trabajo en la obra Hamlet, del director Alfonso Zurro. Una combinación que suele dar muy buen resultado. En la tarde de ayer, al premio de Willmer se le unía un homenaje en Palma del Río como parte de la ceremonia de apertura de la feria escénica. Quedamos para hablar con él un par de horas antes en el Monasterio de San Francisco.

-¿Cómo se llega desde Alemania a convertirse en un referente en la escenografía en Sevilla y todo el sur de Andalucía?

--Yo, realmente, nací en Madrid. Y me fui a estudiar a Alemania porque aquí no había escenografía. Era el año 1998. Esto se podía estudiar en el Institut en Barcelona, pero yo me fui a Munich a estudiar seis años de carrera y luego volví a Madrid y comencé en La Abadía con Josemi Gómez, desde cero. Después de cuatro años, me llama una empresa que se llamaba por entonces General de Producciones. Me hicieron una oferta fantástica en esa época, y me fui a Sevilla. De ellos es la culpa de ir a Sevilla y también de que dejara las artes escénicas, e hice cosas muy relacionadas con la escenografía. Museos, exposiciones... En Isla Mágica hay cosas mías.

-Y volvió con más nombre a la escenografía.

--Sí. Volví a las artes escénicas realmente a través de mi mujer, Leticia Gañan, que es una arquitecta que trabaja ahora conmigo y que la contraté para colaborar en esta empresa, donde tenía un equipo grande de colaboradores y fue ella la que dijo: «Qué estas haciendo, tu pasión está en las artes escénicas. Vuelve al teatro». Y tiró de mí. En el 2010, más o menos, vuelvo a contactar con Alfonso Zurro, con Antonio Álamo y toda esta gente que yo ya conocía y, bueno, Alfonso me acogió con los brazos abiertos y empezamos a colaborar de nuevo. Y aquí estoy.

-¿De dónde le vino la vocación, si lo es, de dedicarse dentro del teatro a esta especialidad?

--La vocación y la pasión, que es el teatro. Y me costó porque fue contra mi familia. Yo quería ser arquitecto y no me dio la nota. Y dije: «Pues entonces, pintor». Mi familia dijo que ni hablar, que con eso no se puede comer. Entonces llegué a Alemania y me di cuenta que existía una profesión, que era escenógrafo, y que unía arquitectura y pintura. Pensé: «Madre mía, esto es lo mío».

-¿Considera que está el ámbito de la escenografía lo suficientemente reconocido, ya no solo dentro del teatro, sino en el profesional, cultural y artístico?

--Si es en Andalucía, justamente me están dando, y me siento muy honrado porque le tengo mucho cariño, aquí en Palma un homenaje y lo he mencionado en el discurso. Yo creo que no hay una apuesta política en Andalucía con las artes escénicas. Somos grandes sufridores y los que salen para adelante yo creo que estamos en otros campos también. Esta es la cruda realidad. Hay que apoyar a las artes escénicas, pero necesita un apoyo desde las instituciones y no lo hay. Es una cuestión que no tiene que ver ni con partidos políticos ni ideologías. La cultura debe estar apoyada siempre porque es necesaria. Es casi un bien como la comida diría yo. No está apoyada en España suficientemente y en Andalucía, menos. Es imposible subsistir solo con las artes escénicas.

-Habiendo recibido el MAX, entre otros premios, ¿qué otros trabajos considera que son merecedores de un reconocimiento así este año?¿A quién se lo hubiese dado de no ser para usted?

--Pues mira, la verdad es que a las dos personas candidatas conmigo no se lo hubiese dado porque uno es director y el otro es coreógrafo, y creo que la escenografía debería recalar en un artista plástico. Está claro que es un trabajo en equipo, pero el reconocimiento al espacio escénico debería caer sobre el escenógrafo o escenógrafa. Hay un escenógrafo que, para mí, trabaja desde la poesía y es Max Glaenzel. Es uno de los grandes escenógrafos. Creo que ya le han dado algún Max.

-Parece que la combinación Alfonso Zurro-Allen Willmer funciona. El año pasado Premio Gaudí, por ‘La estrella de Sevilla’ y este año, el MAX por ‘Hamlet’.

--Sí, con Alfonso hay química, simplemente. Creo que es importante que director y escenógrafo se entiendan para crear un efecto contundente. Una puesta en escena con una definición clara. Hamlet ha sido un proyecto redondo y ya estamos trabajando en el siguiente, Luces de bohemia, que espero que partamos el listón. Aunque creo que ya está bastante alto.

-¿Qué elementos hacen del espacio escenográfico de ‘Hamlet’ ser mejor que los demás?¿Qué cree que han valorado los jueces?

--No me puedo poner en la piel de los jueces, pero sí hablar de qué valoraría yo. Me interesan espacios que tienen una verdad, una sencillez, una sorpresa en el momento oportuno, poesía, sin duda. Y el más es menos, aunque sea un tópico, en el teatro sigue funcionando.