Los casos de niños de corta edad a los que se les diagnostica alergia a pólenes y a otros elementos como hongos, ácaros o epitelios de los animales están creciendo en los últimos años, a la vez que existe un auge de la incidencia de esta patología en adultos. Carmen Moreno expone que «la enfermedad está aumentando por los dos extremos de edad, cuando antes lo más habitual es que se detectara a partir de la adolescencia o juventud». «Es llamativa la cantidad de personas que no ha estado junto a un olivo en su vida y se vuelven alérgicas poco tiempo después de entrar en contacto con este árbol. Cuando se tiene un código genético que predispone a sufrir patologías alergenas, basta ponerse en contacto con un alérgeno muy potente, para que eso facilite que aparezcan alergias. Tratamos en el Reina Sofía a pacientes de Europa del Este o de Latinoamérica, donde no hay olivos y que, cuando se instalan en España y pasan pocos años, sufren alergia relevante al olivo o gramíneas», añade esta experta.