Cómo si dise? Pelo de punta, creo. Mi gusta, mincanta mucho, es bunito, muy bonito, superb!», me recalcaron dos francesas emocionadas mientras hacían fotos desaforadamente. A pocos metros, un señor alemán corría detrás de su mujer, Ulah, atraída sin remedio por la música cual ratón que siguiera el rastro de Hamelin. Nada como un ole, unas palmas, un volanterío y unas castañuelas para que un guiri se quede hipnotizado.

No había más que observar las caras de japoneses, alemanes, franceses, americanos que se encontraron ayer por casualidad con el pasacalles de coros rocieros en plena Puerta del Puente para ver el efecto que causa lo typical spanish en versión cordobesa. Hasta 24 coros estaban citados ayer a participar en este encuentro, que cada año llena de alegría y color el tramo que separa el Arco del Triunfo y la Caseta Municipal. Un pasacalles cuyo recorrido ha ido menguando con los años («antiguamente salíamos del Bulevar», me recordó ayer una señora) para desgracia de los turistas, que tienen que estar muy despabilados para presenciar el espectáculo en directo. Los coristas (según la RAE, personas que cantan en un coro) son principalmente mujeres, aunque también hay hombres que vibran cantando sevillanas, rumbas y demás sones alegres, ese tipo de música que sana el alma. Aunque hay canciones para todos los gustos, el patriotismo local tiene su pequeño apartado en el repertoriode los coros, en estos días, banda sonora de El Arenal.

«Llevamos 21 años en el coro, esto es como un matrimonio, unos días quieres mucho a tus compañeras y al otro, le darías pal pelo», explica una mujer en el descanso, «lo que pasa es que nos gusta mucho cantar, bailar y pasarlo bien». Mientras habla, de fondo se oye a otro coro «Córdoba nuestra señora, la más grande maravilla» y al otro lado, «qué bonito y qué bien huele por la mañana temprano». Por fin, a la hora acordada, empieza el desfile y turistas y locales se arremolinan en el Puente Romano para verlos pasar. «Camino del Arenal vamos andando, desde el Arco del Triunfo, mi Córdoba cantando».

Al pasar el coro La Alegría de La Viñuela, se ve a Antonia Moreno Pulido en silla de ruedas. «Tengo tendinitis y el médico me dijo que tenía que estar ocho días de reposo y me eché a llorar, ¡la Feria es solo una vez al año!», dice como quien señala una obviedad. Sus compañeras lo confirman. «Nos pusimos a llorar todas hasta que decidimos que la llevábamos en la silla y aquí estamos, Antonia es la alegría de La Alegría de la Viñuela, no puede faltar». Los Amigos de San Lorenzo también derrocharon buen rollo. «Llevamos doce años con este coro, que nació de diez matrimonios amigos del colegio salesiano», explica Chari Alcalá, una de las fundadoras. El recorrido acaba en la Caseta Municipal, donde las espera la concejala de Promoción de la Ciudad, Carmen González para darles la bienvenida. «Este año hemos adelantado el recorrido porque el pasado hubo desmayos por el calor y han llegado mucho mejor», explica. Antes de iniciar el refrigerio, todas guardan un minuto de silencio en recuerdo de una de las componentes del coro Volver a Empezar, que ha fallecido recientemente. «Iban a participar, pero no han podido cantar, están muy afectados», comenta.

El grupo romero Alegría de Reina Sofía hace honor a su nombre y canta para ahuyentar las penas. «Somos todos personal jubilado del hospital y no nos cansamos de cantar porque llevamos las pilas siempre cargadas», comenta un joven de unos 67 años.

La suerte de los coros es que ayer hizo un día de sol entrecortado, que dio tregua a quienes acudieron a El Arenal. Amaneció el suelo mojado después de un chaparrón que cayó a las 7.30 de la mañana, justo después de un gran relámpago. Luego abrió el día con un sol radiante que bronceó la piel de quienes siguieron a los coros por la ciudad. Por la tarde, sin embargo, un viento fresco semihuracanado remató un día de gran presencia en las casetas. Algunas de las tradicionales, La Gitanilla o La Reja, que ayer tenían cierre institucional, presentaban un lleno total de socios a eso del mediodía. A la calle del Infierno le costó más trabajo arrancar. Después del miércoles de descuento, muchas familias se tomaron ayer el día libre. Por cierto, que el Ayuntamiento está valorando adelantar la jornada de descuentos al martes para que no coincida con el día del botellón y redistribuir así a los públicos en los distintos días de Feria y evitar un miércoles tan saturado. Aún no hay nada acordado, pero los feriantes podrían estar de acuerdo con ese planteamiento.

Además de los coros, la música volvió a sonar en directo en varios puntos de El Arenal. Como cada tarde, Planeta 80 ofreció un concierto en la Feria, en concreto, en los escenarios de Tablao y Gazpacho (hoy estarán en Gazpacho, donde también está tocando estos días Versión 2.0 y en El Lagarillo). La caseta de la peña Fosforito, recuperada la normalidad, continúa con su programa de actuaciones flamencas y academias de baile, como si allí nunca hubiera pasado nada. La Caseta Municipal también puso su granito de arena. La Orquesta Arco Iris amenizó la velada antes y después del concierto del grupo La Regadera, que conquistó al público con «su música mestiza que mezcla estilos como ska, reggae y rock, adornados con detalles latinos».