Si hace menos de una semana, el Real Madrid mostró en el comienzo de la Liga la senda inalcanzable del glamur y el dinero, en esa otra competición de lujo y desigualdades, ayer, en el estreno en El Arcángel, el Celta de Vigo le abrió al Córdoba de par en par la puerta del camino al tajo. 36 jornadas a cara de perro.

A bote pronto, el equipo de Albert Ferrer se ha cruzado con dos rivales de distinto pelaje y tendencia en sus círculos: el Real Madrid, entre los llamados a pelear por el título, y el Celta, a liderar con la imagen del primer acto al pelotón de equipos que van a pelear a vida o muerte por la permanencia en la élite.

Al Córdoba, pues, le queda cruzarse con un rival de su especie. Bien con un recién llegado con el mismo susto que tuvo ayer al comienzo del partido, bien con aquellos que traen de serie del pasado curso los mismos miedos que provoca la necesidad del que va como él, al límite de sus posibilidades. Cuando se cruce con todos, el análisis será redondo.

De momento, la idea inicial sigue inquebrantable. El Córdoba, con los cimientos que hay, está listo para competir en su Liga en igualdad de condiciones con el resto. Sin los excesos que da el dinero y la prudencia del que teme por su futuro, queda claro de aquí hasta que se demuestre lo contrario las mismas carencias en los laterales que mostró en verano. La Primera es otra historia. Problemas de jerarquía y peso en la medular, salvo algunos chispazos de confianza y casta sobre todo. Y en los metros finales... Ese nueve que vale dinero. Lo demás, lo dijo Albert Ferrer tras el partido: confianza y valentía para encarar la competición. La misma que tras un primer tiempo de canguelo y desajustes, con las líneas atrás y temblorosas, le hizo al equipo dar un paso al frente para puntuar.

Con la prudencia de solo dos actos, el equipo empieza a dar ya señales de contradicción interna. Ni Mike ni Xisco --aunque este último ayer un poco menos-- parecen encajar entre el protagonismo eléctrico de atacantes del corte de Fede, Silva, Borja o el propio Matos. Una observación que provocó, sumada al miedo escénico del estreno, una disfunción entre líneas que aprovechó el Celta para coser a golpes de Orellana y Nolito a una primera línea quebrada, un centro del campo despoblado y perdido, y una última línea que acaso dio para los chispazos fugaces de Cartabia: un chico de otra pasta.

La reacción del segundo tiempo, como la hubo también en el Bernabéu --cuánto paralelismo ante rivales tan diferentes--, vino a constatar varias ideas esperanzadoras: el equipo aguanta el tipo en lo físico, el banquillo ofrece opciones creíbles y también otorgan al técnico riqueza táctica, algo que para la competición a estas alturas de la película ofrece buenas sensaciones. Un corchetazo: que sí, que sería mejor otro nueve de más relumbrón, pero hay que dar confianza a lo que hay y/o probar otras opciones sin el referente clásico.

Ahí están el Almería, Málaga, Levante, Eibar... Derrotas de la Liga del Córdoba que le dieron valor al primer punto de la temporada del regreso. Aunque, realmente, en plena canícula cordobesa, pegados al río a las siete de la tarde, quienes tuvieron valor fueron los que nunca fallan. Casi 16.000. Los que no regatean dinero a la historia. Los que llevaron en volandas a su equipo...