Los datos hablan por sí solos. Por mucho que estemos en la supuesta zona de dieta mediterránea, cada vez comemos peor. El último informe hecho público por la Fundación Española del Corazón lo confirma y es que aunque el índice de sobrepeso de la población cordobesa (42%) esté dentro de la media, la tasa de obesidad (un 33%) es la más alta de España. No es de extrañar, por tanto, que la ciudad esté también a la cabeza en cuanto a personas con hipertensión arterial, con casi un 31%, que el 45% tenga el perímetro de cintura elevado y que casi un 40% tenga el colesterol por las nubes. Además, se estima que un 3% de la población, unos 24.000 cordobeses, son obesos mórbidos, lo que explica que cada año se realicen una media de 150 operaciones de reducción de estómago en Córdoba y que los costes sanitarios derivados tanto de esta patología como de otras asociadas a ella se estén disparando.

La tendencia al alza en el índice de sobrepeso y de obesidad forma parte de una especie de epidemia del mundo occidental del que los expertos cada vez alertan con más insistencia. Según el jefe de endocrinología del hospital Reina Sofía, "lo más alarmante es la progresión de la obesidad infantil, que está siendo meteórica". Según Benito, "más de la mitad de los menores cordobeses tienen problemas de sobrepeso y un 30% son obesos" cuando en los años ochenta apenas un 5% de los niños tenía este problema. En su opinión, "esto es algo terrible, ya que la obesidad infantil condiciona el resto de la vida del menor y la de su descendencia" incluso cuando no existen precedentes genéticos familiares. Ante tal realidad, solo cabe "que las familias empiecen a tomar conciencia y asuman su responsabilidad en materia de nutrición porque no estamos ante un problema médico sino cultural". Para cambiar la tendencia, bastaría con modificar los hábitos alimenticios y recuperar la actividad física moderada diaria. "Se habla mucho de la dieta mediterránea que no se reduce a utilizar aceite de oliva, hay que recuperar los guisos de toda la vida, reduciendo al máximo las grasas animales que nuestro organismo no necesita a cambio de incorporar mucha más verdura y legumbres, y eliminar por completo de la alimentación infantil ciertas cosas como las chucherías, la bollería y la comida rápida que son auténticas bombas calóricas". El experto en endocrinología asegura que "el consumo de grasas y de proteínas en nuestra sociedad está sobredimensionado, ya que la vida sedentaria que con la vida que llevamos no nos hacen falta, dando lugar al sobrepeso".

Para reeducar a las personas que tienen este problema, el hospital Reina Sofía lleva años impartiendo talleres de control de peso por el que pasan unas 500 obesos al año, en las que se enseña a cambiar el estilo de vida. Según Mercedes López Pardo, enfermera educadora en obesidad, "lo que intentamos es cambiar la mentalidad de los pacientes y reforzar su autoestima, ya que la mayoría llega a nosotros después de haber sufrido todo tipo de fraudes y de promesas de dietas milagrosas que nunca funcionan". López Pardo insiste en que "la sociedad actual entiende el comer como una forma de diversión contra la que es muy difícil luchar". Por eso, en los cursos se informa a los pacientes sobre los efectos rebote de las dietas, se les enseñan a cocinar, a comprar y, en definitiva, a vivir como delgado.