Compró el chalet hace 25 años. La urbanización Montecarlo, de Alcanar, donde los terroristas preparaban, desde hacía meses, los atentados con artefactos explosivos, tiene poco que ver con el lujo que evoca su nombre, pero esa tranquilidad, en la falda del Montsiá, a solo unos metros del mar, compensa incluso el hecho de tener una planta cementera impactando en el paisaje. Ni la falta de alcantarillado, red pública de agua y calles asfaltadas eran inconvenientes que contrarrestasen la calma de pasar ahí los fines de semana y días de vacaciones. Lolita, como otros residentes, algunos fijos y otros en tránsito, no se preocupaba de la vida que llevaran sus convecinos. Ahora, no puede apaciguar su desasosiego. «Estaba muy tranquila, quién tenía que pensar que el enemigo era mi vecino», afirma.

En el cercano hotel Montecarlo, a apenas 150 metros, reina una paz intranquila, poco habitual en pleno agosto. La piscina está vacía y expuestos en el mostrador del bar, algunos fragmentos de pared que cayeron en la terraza con la explosión. «Aquí tenemos mucho susto y mucho miedo, algunos inquilinos se han ido», explica triste Cristina Bolz, propietaria del establecimiento.

También ha abandonado su chalé Mari Carmen Mitjavila, que estaba con su familia justo al lado del inmueble derrumbado. Había llegado hace 15 días, tiempo suficiente para fijarse en el tránsito de personas que frecuentaban la casa que explotó, aunque no le dio importancia a los trajines de sus vecinos. «Entraban y salían diversos vehículos, en pocos días vi bastante movimiento, pero si hubiera sospechado algo habría avisado a la policía».

«Pensaba que este era el lugar más tranquilo del mundo, y ahora me siento impotente, pero a la vez fuerte, no me iré, aguantaré lo que haga falta», afirma Núria Gil, otra vecina.

En Cambrils, un mosso es, a su pesar, un héroe tras abatir a cuatro de los cinco terroristas que embistieron un control policial frente al Club Náutico. Rubén Campos, del restaurante del club, tiene claro que «fueron a chocar contra los mossos», aún con el sonido de las ruedas derrapando fresco en su mente. Todo fue tan rápido que no pudo procesar apenas el sonido de los tiros ni atinar a identificar que «los cuerpos que se veían desperdigados no eran de policías».

Tanta es la confusión que no está confirmado qué trayectoria siguieron los terroristas. La hipótesis que cobra más fuerza es que bajaran por Jaume I, giraran hacia el puerto y tomaran la rotonda en sentido inverso hasta embestir la patrulla. Sin embargo, otros testigos han explicado que venían por la avenida de la Diputación, la carretera urbana que une Cambrils y Salou. En su loca carrera atropellaron a varias personas y acabaron con la vida de una vecina de Zaragoza de 67 años.

Vista aérea del solar donde estaba el chalet arrasado.