Cinco años después de que en la Asamblea de la Unesco, en París, nombrara la Fiesta de los Patios como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el impacto de aquel reconocimiento universal ha transformado tanto esta tradición como, en buena parte, la propia ciudad.

Y todo ello comenzando por una realidad en la que hay un acuerdo absoluto: si no se mete la pata con la popularidad de los Patios, cada vez está más lejos el atenazante temor de las últimas décadas de que estos recintos y sus gentes desaparezcan, y con ellos una forma mediterránea única de convivir y de sabiduría, que fue justo lo que reconoció la Unesco.

«De aquella fiestecilla de viejos, antigua y folclórica que si no se celebraba no pasaba nada, como decían muchos, los cordobeses en estos 5 años la han hecho más suya, están orgullosos, igual que de sus valores», sentenciaba ayer el presidente de la asociación de cuidadores Claveles y Gitanillas, Rafael Barón. «Fue la guinda de un pastel que, como bromeó el presidente de la asamblea de París, ha hecho que Córdoba sea a veces más conocida que Madrid o Barcelona», recordaba también ayer Miguel Ángel Roldán, presidente de Amigos de los Patios, sobre aquella histórica jornada que vivió en París.

VISITAS E IMPACTO ECONÓMICO

El caso es que, ya el 7 de diciembre del 2012, Diario CÓRDOBA advertía de impacto que los expertos auguraban a la Fiesta de los Patios tras su reconocimiento por la Unesco. De entrada, con una impresionante afluencia de visitantes que, dejando cortas las previsiones iniciales, se ha multiplicado respecto al 2012. Más relevante aún si cabe ha sido el impacto para la imagen de la ciudad (coincidiendo con el apogeo de las redes sociales en internet), así como el turístico y, en general, en lo económico. Solo un dato: en el 2013 el despacho de F&J Martín cifraba en 6 millones de euros el movimiento económico en torno a la Fiesta de los Patios, que en el 2014 pasó a 8,2 millones. Estas cifras actualmente serían ridículas respecto al 2017, no solo por lo generado en mayo sino también por muchas iniciativas privadas y con el Ayuntamiento para permitir que los Patios puedan disfrutarse a lo largo de todo el año. «Quizá una de las cosas que más han cambiado en cinco años ha sido que muchos han descubierto que el Patio, además de ser su filosofía de vida, puede ser una forma de, económicamente, ayudarle también a vivir», decía ayer a este periódico la edil de Promoción de la Ciudad, Carmen González, quien hoy, junto a la alcaldesa, reflexiona sobre estos 5 años en las páginas de opinión de CÓRDOBA.

TAMBIÉN HAY RIESGOS

Sin embargo, Ignacio Álvarez, gestor de la ruta Depatios, del Alcázar Viejo, y presidente de la AV del barrio, aunque coincide con lo dicho por los anteriores responsables, recordaba ayer un riesgo que aún no ha desaparecido: «Solo el 10% de los cuidadores somos jóvenes, es la asignatura pendiente que nos queda». Capítulo aparte están los que temen que los Patios, una oportunidad para iniciativas culturales-turísticas, sean objeto de una mercantilización exesiva que llegue a cuestionar, incluso, el respaldo de la Unesco.