El Carnaval en la calle, esa cita anual en la que las agrupaciones carnavalescas y los espontáneos se dejan ver por el entorno de San Agustín para deleitar a su público con coplillas y chirigotas, ha acabado empañado este año por los efectos del botellón. El entorno de San Agustín vivió el sábado la cara y la cruz de la fiesta. Mientras unos lo pasaban pipa en familia riendo con el arte de los carnavaleros, en una noche de crítica sana, de bulla y de alegría para niños y mayores, otros sufrían los efectos secundarios del alcohol en edades tempranas.

Vecinos de las calles aledañas a la plaza del Poeta Juan Bernier vivieron una noche «caótica», que arrancó a las siete de la tarde y se prolongó hasta pasadas las tres de la madrugada y que estuvo marcada por el desfase de los jóvenes que acudieron al encuentro, muchos de ellos menores de edad. Según fuentes sanitarias, se registraron un total de 18 intoxicaciones etílicas y una pelea. Aunque no hubo situaciones de gravedad, destacaron la presencia masiva de personas «muy jóvenes» en las que los efectos del alcohol son mayores.

Según Manuel Agudo, uno de los vecinos consultados, las calles aledañas a la plaza Juan Bernier se convirtieron en «cagadero y meadero público» para cientos de jóvenes, que dejaron atrás incluso compresas y tampones en la puerta». Al parecer, la concentración de jóvenes empezó más temprano de lo habitual, en torno a las siete de la tarde, con presencia mayoritaria de menores. La cosa fue a más a medida que pasaban las horas y en torno a las 12 de la noche se dieron cita «hasta cuatro ambulancias a la vez» para atender a los chavales, visiblemente afectados por el alcohol. «Ha sido tremendo porque además no había Policía, solo los dos agentes junto a la iglesia de San Lorenzo encargados de cortar el tráfico», indicaron fuentes vecinales, «y aquí había entre 2.000 y 3.000 niños borrachos y descontrolados».

Agudo explicó que «por todas partes se veía a niños vomitando borrachos como cubas», lo que generó malestar en el barrio e incluso «asustó a los más mayores, impresionados al ver cómo iban los chavales». Otros vecinos de la zona indicaron que «llamamos hasta ocho veces a la Policía y tardaron tres cuartos de hora en venir porque no parecía haber agentes disponibles».

El teniente de alcalde de Seguridad Ciudadana, Emilio Aumente, reconoció que «acudieron más personas de las que habían calculado» e informó de que «debido a la magnitud de la concentración, la Policía Local tuvo que cortar temporalmente el tráfico en la calle Santa María de Gracia hasta que, poco a poco, fue diluyéndose y retirándose para dar paso a continuación a Sadeco».

Aumente indicó que se estableció un dispositivo especial para atender los dos o tres puntos donde estaban previstas actuaciones (plazas de San Juan de Letrán y Poeta Juan Bernier) y que la Policía Local actuó contra la venta de alcohol a menores, «aunque es habitual que consigan el alcohol a través de amigos mayores de edad». También se registraron algunas denuncias por faltas contra la higiene pública.

LLAMAMIENTO A LOS PADRES// Por último, reiteró un mensaje de responsabilidad a los padres ante el consumo de alcohol, sobre todo, de los menores. «No se puede dejar a los hijos menores sueltos bebiendo alcohol en la calle sin ningún control». Según el concejal de Seguridad, cuando un menor es víctima de una intoxicación etílica en plena calle, se procede a la localización de los padres y aunque son ellos los responsables si hay denuncia (en el caso de que hayan causado algún destrozo), no pudo precisar si, de oficio, se les traslada algún tipo de amonestación por negligencia en el cuidado de los hijos (si son menores).