Dos incendios en apenas tres días -uno en la antigua Calmante Vitaminado, donde durante años los ocupantes han acumulado basura, y otro junto a un núcleo de chabolas en el Camino Carbonell- han vuelto a poner de actualidad la problemática de los asentamientos rumanos en Córdoba, en torno a los cuales el Ayuntamiento actúa desde el pasado marzo para dignificar las condiciones de vida de las personas que los ocupan y promover, a la vez, su integración. Así, tras unas medidas iniciales de choque para el adecentamiento y la limpieza de los asentamientos, ahora el Ayuntamiento trabaja para elaborar un plan de acción integral que fije una hoja de ruta consensuada.

El delegado de Servicios Sociales del Ayuntamiento, Rafael del Castillo, explicó ayer que desde finales de febrero se están firmando «una especie de contratos cívicos» con las personas que ocupan los asentamientos con el objeto de fijar los compromisos de ambas partes -«no es algo fiscalizador sino más bien organizativo», aclara-. El primero de estos compromisos consiste en mantener limpios los asentamientos. Así, el Ayuntamiento distribuye cubas de Sadeco en estas zonas y los ocupantes de las chabolas se comprometen a depositar en ellas la basura. Además, el Ayuntamiento está instalando fuentes de agua -ayer mismo lo hizo en el Cordel de Écija- para que tengan unas mejores condiciones de higiene. Estas actuaciones, unidas a la figura del observador -una especie de mediador que comprueba los cumplimientos y recoge las necesidades-, «están siendo efectivas y ya se nota una mayor limpieza», según Del Castillo. La prueba, añade, «es la cantidad de cubas que ha puesto Sadeco y que se ha llevado llenas, teniendo que reponerlas», así como la colaboración que están encontrando en las familias de los asentamientos, que incluso «piden instrumentos para poder limpiar y retirar los pastos».

Pero tras este plan de choque de adecentamiento que se seguirá manteniendo en el tiempo, el Ayuntamiento quiere dar un paso más para integrar a estas personas y dignificar sus condiciones de vida. Del Castillo explicó ayer que se está estudiando cómo se actúa en otras ciudades para conocer experiencias positivas y, en esta línea, a mediados de septiembre se tendrá un encuentro en La Coruña con las delegaciones municipales que trabajan en el asunto para conocer sus actuaciones. También se visitó recientemente Rivas-Vaciamadrid con el mismo objetivo. A estos encuentros se ha invitado a la Asociación Cordobesa para la Inserción Social de Gitanos Rumanos (Acisgru) y a la Asociación Pro Derechos Humanos. Posteriormente, con la información recabada, se convocará a los colectivos implicados y a representantes de la población de los asentamientos para «empezar a trabajar en un plan de acción integral a medio plazo que marque una hoja de ruta de actuaciones», explicó Del Castillo. El delegado de Servicios Sociales insistió en la necesidad de buscar «el consenso y la participación de todos los colectivos, ya que si no se cuenta con ellos estaría condenado al fracaso». «Creo que esto de los asentamientos es una realidad ante la que hemos cerrado los ojos durante muchos años y ahora que los hemos vuelto a abrir hay cosas que aprender, que mejorar o retocar en el futuro», añadió.

Respecto a los últimos incendios y sus causas, Del Castillo insistió en que no sirvan para estigmatizar a los rumanos, ya que «en verano, por las condiciones climatológicas y la abundancia de matorral, estas cosas pasan haya o no asentamientos». De hecho, señaló que el ocurrido en el Camino Carbonell no fue en el propio núcleo de chabolas sino junto a él y que «fue matorral». Algunos rumanos de la zona lo achacaron ayer a vertidos ilegales de restos de poda y aseguraron que «limpiamos la zona y somos los primeros interesados en que no haya incendios».