"El problema de los apellidos es lo que ha generado inquietud entre los vecinos". Rafael Blanco zanjó así la polémica suscitada alrededor de un proyecto que "no estaba definido", según manifestó ayer el equipo de gobierno. Al final, el debate sobre los alojamientos sociales para jóvenes y ancianos de Lepanto quedó reducido a una pelea semántica en la que el haber llamado a las casas "minipisos o viviendas sociales" ha sido el desencadenante de una crisis a la que ha acudido hasta un candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, como Javier Arenas.

La oposición de una parte de los vecinos de Levante ha conseguido suspender, al menos de momento, un futurible de más de 400 viviendas en el antiguo cuartel de Lepanto. Cada partido ha hecho una lectura de este hecho objetivo: de momento no se harán las casas; primero los equipamientos. El equipo de gobierno se mostró satisfecho por haber frenado la crisis: "Negociaremos con los vecinos porque la voluntad es hacer las cosas desde el diálogo y el objetivo, cumplir las promesas", dijo Rosa Aguilar. Ni ella ni Blanco descartaron que las viviendas no vayan a hacerse, pero el portavoz del PP, José Antonio Nieto, les dio la enhorabuena por haber dado marcha atrás en el proyecto: "Estamos acostumbrados a la política de la yenka, un paso adelante y otro atrás; pero en este caso hay que darles la enhorabuena por no hacer los minipisos". Luego, el PP pidió más vivienda.

La incógnita de si habrá o no viviendas en el solar de Levante no se puede despejar hoy. El rumor de guerra vecinal ha devuelto sonidos pretéritos al cuartel de Lepanto.