«Esta es una forma de sacudirse las deudas y volver a nacer, por así decirlo», afirma el abogado especialista en Derecho Civil y Mercantil Arturo Guzmán, al ser preguntado por la ley de Mecanismo de Segunda Oportunidad, Reducción de la Carga Financiera y otras Medidas de Orden Social, que está destinada, principalmente, a ciudadanos particulares y autónomos.

Este profesional apunta como perfil más típico de beneficiario el de «gente que tiene su trabajo y podría vivir perfectamente, pero que por una mala decisión se ha visto con una deuda que ni trabajando toda su vida será capaz de levantar». De este modo, cita como ejemplo a aquellas personas que han avalado a familiares o a empresas de familiares y que, «una vez que la empresa se viene abajo y entra en concurso, y se libra de tener que pagar sus deudas a los acreedores, estos se dirigen contra esa persona y le exigen el pago de las deudas». También plantea el caso de trabajadores por cuenta ajena «que en la época de bonanza se decidieron a emprender negocios de promoción, de inversión o de compra de un solar y, cuando llegó la crisis y machacó ese sector, se han visto metidos en unas deudas bastante voluminosas».

Arturo Guzmán, del despacho Grupo Abogados y Economistas del Sur, detalla que para solicitar la segunda oportunidad es necesario pasar por un concurso de acreedores de persona física. Con este procedimiento, el afectado asume que perderá su casa, porque se liquidan todos sus bienes, pero, por ejemplo, puede tratarse de «una vivienda que valía 150.000 euros, pero que tenía cargas por valor de 500.000 o 600.000 euros, con lo que se va de alquiler, pero asume también que a los cinco años va a estar limpio». Así, «la nómina no estará embargada, ya no deberá dinero a nadie y puede empezar la vida de nuevo, montar un negocio y hacer lo que quiera. De ahí viene el nombre popular de la segunda oportunidad», añade.

En este sentido, el abogado recuerda que «Henry Ford, que fundó la compañía Ford de automoción, tengo entendido que antes de tener éxito mundial pasó dos veces por un proceso similar que en la legislación de EEUU existe desde hace años», aunque «en España hubiera sido imposible, un tipo que se hubiese estrellado habría estado toda su vida pagando deudas por negocios anteriores».

Pese a los beneficios de este mecanismo, Arturo Guzmán indica que «es una impresión bastante generalizada» que no hay muchas personas que se acojan a la ley de Segunda Oportunidad, y comenta que «no nos explicamos cómo no hay más gente que se decide a solicitarlo».

La norma entró en vigor a mediados del año 2015, pero «a nivel popular no se conoce», comenta, mientras que «el rendimiento económico que para un despacho de agobados tiene una tramitación de un procedimiento de estos no es alto, creo que es una de las claves por las que no se ha popularizado», admite.