Como si de una feria se tratara se vistió el pasillo de la Real Federación Española de Fútbol, un continuo entramado de mesas con inscripciones donde todo el mundo, jugadores, directivos y medios de comunicación, debía recoger su acreditación para la asamblea del fútbol. La mañana fue un desfile de cientos de personas con una cuerda roja colgada al cuello, incluso Vicente del Bosque, silencioso y camaleónico.

La Federación hizo bien en preparar un desayuno, con zumo, algo de fruta, galletas y cruasanes, que se acabó convirtiendo en un aperitivo con cerveza, vino y refrescos, acompañados de ligeras tapas. Toda la prensa estaba allí por el sorteo, pero todos tuvieron que aguantar el discurso del presidente de la Federación, Angel María Villar, que parecía no tener fin, con ese tono apagado, como si le costara pronunciar cada palabra, lo mismo que le sucedía a su secretario, desganado. Así, la reunión no fue más que un resumen del maravilloso estado de salud del fútbol español, según sus dirigentes, que presumían una y otra vez de la grandeza de una liga que, a falta de un mes para el inicio, desconocía su calendario.

Ayer se sorteó, aunque de sorteo tuvo poco. Solo hicieron falta dos diminutas copas con un puñado de bolas, ya que la mayoría de equipos tenía predestinado su sitio en el calendario. Apenas hubo emoción. Una vez acabado, hubo que esperar el desfile de todos los campeones de las infinitas categorías del fútbol español, que debían recoger su trofeo. Entonces, la sesión se levantó sin ruegos ni preguntas porque allí nadie hablaba, solo se escuchaba y aplaudía.

Javier Jiménez se mezcló entre los principales directivos de Primera. Enrique Cerezo le detuvo con una amplia sonrisa, después de que se conociera que el Córdoba se enfrentaría al Real Madrid en la primera jornada. "¡A ver si les dais y nos lo ponéis en bandeja!", bromeó el colchonero. "Ellos están en otra Liga, pero nosotros tenemos muchísimo que ganar", apuntó Jiménez, que también se cruzó con el máximo dirigente del Valencia, Amadeo Salvo. "¡Exigidle, eh!", le pidió, en referencia a Fede Cartabia, que el club che tiene cedido en el Córdoba.

Emilio Butragueño fue más serio y parco en palabras. Dio un apretón de manos a Jiménez y un golpe cariñoso en la espalda. "Es un placer jugar el primer partido de Liga ante un equipo como el Córdoba", dijo luego a los medios, que le rodearon de forma impulsiva mientras Jiménez respiraba a su lado, hasta que una japonesa se le acercó.

"¿Y voy a poder ver a Havenaar en el Bernabéu?", le preguntó enloquecida. "Si el entrenador lo estima oportuno, claro", le contestó el vicepresidente, que animó a toda la hinchada cordobesista a ir a ese partido inaugural. "Es verdad que es un lunes, pero es el Real Madrid; da igual que sea lunes, martes, miércoles que jueves".