Al actor Javier Gutiérrez (Luanco, Asturias, 1971) la fortuna le sonríe. Pero no tanto al personaje, Jesús, que interpreta en la nueva comedia de producción propia de Movistar+, Vergüenza. Aquí es un tipo especialista en meter la pata, con muy poco tacto, y capaz de sacar de quicio al respetable, pareja incluida. Confiesa que la comedia es más difícil que el drama.

-¿Qué le vino a la cabeza cuando le presentaron el proyecto de ‘Vergüenza’? Sus directores, Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero, pensaron en usted para el papel de Jesús.

-Es un proyecto que se gestó hace más de ocho años. Después de dar muchos tumbos, llevarlo de cadena en cadena y de productora en productora y de hacer hasta una obra de teatro, llegó un momento en que se pensó en hacer una película. Y creo que hemos caído en las mejores manos, porque si alguien ha entendido el proyecto ha sido Movistar, por el riesgo que entraña, por el formato, por la forma de comedia, aunque no estamos descubriendo nada. Para mí es casi cine, más que televisión. Es una comedia extraña, incómoda, que deja perplejo al telespectador en ciertos momentos.

-¿Se identifica con el personaje?

-Espero no parecerme en nada a él, aunque le tengo mucho cariño y le entiendo. Se mete en situaciones que nos pueden pasar a todos, pero el común de los mortales tiene vergüenza torera y, en cambio, Jesús no tiene el sentido de la vergüenza, sino un imán para atraer las situaciones vergonzosas. En un momento dado, además, dice que no puede escapar de ellas. Es un ser inclasificable.

-Y cuanto más intenta arreglar la situación, más la complica…

-Sí, se mete en un charco más grande.

-¿Cómo cree que va a tolerar la audiencia esas reacciones?

-No lo sé. Desde el primer momento traté con los directores de dotar al personaje de comicidad, pero, sobre todo, de una carga dramática. No hay que olvidar que es un perdedor y eso, de alguna forma, hace que los telespectadores empaticen con él. De salida, no es un triunfador, no es un tipo del que te alejes, sino que en teoría podrías entenderle y acercarte a él. Pero, a medida que van transcurriendo los capítulos, el telespectador va a pasar por diferentes estados con este personaje. No sé si va a llegar a odiarlo, pero sí le va a descolocar muchísimo.

-Javier Gutiérrez no es un tipo sin vergüenza…

-Soy muy tímido y trato de hacer el ridículo lo menos posible, aunque sí paso vergüenza, a veces.

-¿Usted se ve en alguna de las situaciones en las que se mete el protagonista?

-No, pero siempre hay personas con cierto aire de sobrado.

-¿Qué referentes ha tomado para desarrollar su trabajo en ‘Vergüenza’?

SEnDThe office, Louie, El show de Larry David... He tratado de pensar en algo que se parezca en este país y no lo he encontrado, la verdad.

-¿Piensa que ‘Vergüenza’ va a romper esquemas?

-Yo creo que va a descolocar y sí puede sorprender, pero eso no quiere decir que vaya a gustar, porque ya desde la escritura está concebida como algo que escapa a las normas. No tratamos de buscar un espectador en concreto. No es la fórmula del niño, padre, madre, abuelo… Se trata de huir de eso. Ni tampoco se piensa en un público urbanita ni en una franja de edad. Puede llegar a todos los telespectadores mayores de cierta edad. Pero en la escritura sí que hay algo extraño, incómodo, y que va más allá, aunque no trata de buscar la risa porque sí. Hay algo más filosófico.

-¿Le parece más complicado hacer comedia que drama?

-Sí, porque es mucho más descarnada y, como actor, tienes muchos menos asideros. Un drama lo puedes disfrazar más con la música y el texto. En cambio, en la comedia, si no funciona el texto, estás perdido. No hay nada peor, sobre todo en un teatro, que hacer una comedia y que el espectador no se ría. Aquí, en los 30 minutos que dura cada capítulo, el público puede pasar de emocionarse a desternillarse.