Después de los grandes sobresaltos provocados por sus últimas entregas, Salvados celebra hoy (La Sexta, 21.30 horas), de forma sosegada los 10 años en antena, con un programa dedicado a su numerosísima clientela. Esta vez no habrá terribles estampas de cerdos moribundos ni enojo real a cuenta de una pregunta supuestamente indiscreta sobre Botsuana, sino una sucesión de testimonios de gente anónima que simplemente contará ante la cámara sus problemas y sus alegrías. De esta forma se quiere rendir homenaje a la legión de seguidores que han convertido a Salvados en el programa más visto de La Sexta, y que no cuentan con un altavoz tan magnífico para airear sus preocupaciones.

El espacio presentado por Jordi Évole ha fijado la atención fuera de su ombligo consciente de que todo el mundo tiene una historia. Las suyas las ha ido contando a lo largo de estos 10 años, por lo que ahora toca salir a la calle y escuchar a la gente para conocer de primera mano cómo marcha la vida en este país. Sin ningún tipo de casting previo ni preguntas preparadas, el periodista visita barrios de ciudades como Sevilla, Bilbao, Madrid y Barcelona y se limita a recoger las historias de las personas que se va encontrando.

BRINDIS POR EL PÚBLICO / Sentados en el andén del metro, en un bar de menús, en un mercado o en medio de una plaza, los protagonistas del Salvados de hoy van construyendo un retrato de la España actual.

Évole remarca que este especial, como los brindis en las plazas de toros, va por el público. «Hemos pensado que quien nos ha permitido hacer muchas de las cosas que hemos hecho, como lo de las cárnicas, las eléctricas o Mercadona, es la gente y su apoyo. Este programa del 10º aniversario está hecho por y para los espectadores de Salvados». El periodista catalán no teme decepcionar a quienes esperaban algo más elaborado o impactante para celebrar un cumpleaños aniversario tan importante.

«De sencillo que es, resulta innovador, porque lo que vamos a hacer es revolucionario y alternativo. Muchas veces nos dedicamos a buscar el programa más de relumbrón y nos olvidamos de la gente que nos ve y de sus problemas», asegura antes de lanzar una advertencia: «Es un especial que así explicado tiene menos gracia que visto».

El director y presentador de Salvados no pensaba llegar, «ni mucho menos», a 10 años cuando empezó la singladura de este formato bajo el nombre de Salvados por la campaña. «La verdad es que cumplir una década es una pasada para nosotros y nos hace muy felices. Nos han pasado tantas cosas, a nivel personal y profesional, haciendo el programa que creo que estos 10 años no los vamos a olvidar en nuestra vida», proclama emocionado.

Seguro que Évole tampoco olvidará la polvareda que ha levantado con las últimas entregas de su juguete favorito. «La reacción del rey emérito Juan Carlos me pareció un poco fuera de lugar, aparte de que le vi muy temeroso ante las preguntas, que no eran ni mucho menos agresivas. Creo que no nos hemos gastado tanto dinero en nuestros impuestos como para que los Borbones te cuelguen el teléfono», confiesa en tono apesadumbrado.

En cuanto a la reacción del periodista José María García tras ser citado por el juez para aclarar sus acusaciones en el programa contra el expresidente de OHL Juan Miguel Villar Mir, opta por guardar las formas: «Bueno, él fue a declarar y ya dijo en los tribunales lo que era su opinión: que no había acusado a Villar Mir de haber financiado al PP, que era una interpretación mía y que solo dijo que empezaba por uve y acababa en erre».

ATAQUES / Cuando Évole se refiere al episodio de los horripilantes cerdos enfermos abandona la diplomacia y se lanza a tumba abierta: «Creo que hubo un intento de desprestigiar el programa a través de comunicados de la empresa y de la industria cárnica, pero a medida de que nosotros empezamos a explicar lo que habíamos visto, aparte de que tenemos gran cantidad de material que no hemos emitido, cambió mucho la actitud de la empresa y de la industria». Sobre la titular de Agricultura, Isabel García Tejerina, dijo: «Me gustaría tener una ministra que fuese de todos, y no que velase solo por los intereses del lobby cárnico».