El Tribunal Supremo (TS) ha confirmado la condena de 18 años y 6 meses de prisión por un delito de asesinato a un preso de "peligrosidad extrema" que acabó con la vida de otro reo tras asestarle una brutal paliza con puñetazos y patadas en el baño de la sala de musculación en la prisión de Córdoba en junio de 2014.

Así lo ha acordado la Sala de lo Penal del Alto Tribunal que ha desestimado el recurso presentado por el acusado, Fabrisio J., contra la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Córdoba.

Frabirisio J. permanecía ingresado desde octubre de 2006 por otro delito de asesinato en el módulo de aislamiento de del centro penitenciario de la de la ciudad andaluza en el régimen de primer grado, debido a su peligrosidad, donde debía cumplir una pena de 22 años.

El condenado, recurrió dicha sentencia al considerar que no quedaba probada su relación con el crimen, ya que tanto él como la víctima se encontraban a solas cuando se produjeron los hechos y las cámaras de vigilancia no pudieron grabarlo, dado que estaban en el lavabo.

Alegó también que las huellas de las zapatillas que aparecieron en el cuerpo del reo hallado muerto no coincidían con las suyas y solicitó la no aplicación del agravante de alevosía, ya que la víctima presentaba heridas en las manos que mostraban que había tenido la oportunidad de defenderse.

Frente a esta versión, el Supremo ha considerado probado que el día 11 de junio de 2014 el condenado fue introducido en la sala de musculación de la prisión de Córdoba por varios funcionarios, donde se quedó solo haciendo sus ejercicios.

Minutos más tarde, los trabajadores del centro hicieron lo propio con la víctima, y dejaron a ambos reos solos en la sala, antes de dirigirse a realizar otras tareas.

Fue en ese momento, continúa el escrito, cuando Frabirisio J. aprovechó que el otro preso entró en el baño para, con la intención de acabar con su vida, atacarle de forma inesperada, mediante golpes y patadas en la cabeza, el tórax y el abdomen, sin que pudiera defenderse y repeler la agresión.

El gimnasio contaba con una red de cámaras de seguridad que era vigilada por otro facultativo de la prisión, quien al ver que los reos tardaban en salir del lavabo dio la voz de alarma a sus compañeros, que cuando llegaron a la sala se encontraron a la víctima en "estado agónico".

El reo moriría esa misma tarde, debido a las graves lesiones que le produjo la brutal paliza.

A pesar de que no existe una grabación que pruebe los hechos, la Sala de lo Penal considera que no queda otra explicación que la implicación del condenado en los hechos, ya que "nadie más que él pudo hacerlo, puesto que nadie más entró en el aseo a la vez que la víctima".

Y recuerda que el agredido les comunicó a los trabajadores del centro mientras le atendían que "le habían pateado", así como que el propio el Frabirisio J. le dijo a los mismos facultativos que "hubiera matado al otro interno si hubiera querido".

Por último, añade las declaraciones de los médicos que practicaron la autopsia a la víctima y que subrayaron que los golpes que recibió procedían de patadas propinadas por una huella de calzado sí coincidían con las zapatillas que llevaba el acusado.