«Abran las parroquias a los refugiados». El Papa Francisco lo ha dicho en varias ocasiones. Algunos, dentro del propio clero, reaccionaron con indiferencia, otros incluso con cierto malestar. Pero quizá nadie se imaginaba asistir a la imagen de una iglesia del Vaticano reconvertida en dormitorio, con camas colocadas ante el altar, allí donde suelen sentarse los fieles en las misas. Y, sin embargo, eso es precisamente lo que está aconteciendo durante las noches en la nave central de la iglesia de San Calixto, en el barrio romano de Trastevere.

La iniciativa, que fue puesta en marcha el pasado 7 de enero, consiste en dar cobijo a refugiados, inmigrantes y ‘sin techo’, incluidos italianos, «que están en la calle y no tienen otro refugio», en momentos en los que el frío es particularmente severo. En concreto, entre las facilidades ofrecidas se incluyen camas, mantas y servicios higiénicos, en locales que cuentan con calefacción. Además de ello, aquellos usuarios que lo deseen reciben gratuitamente una cena caliente a partir de la siete de la tarde y también se ofrece información sobre sanidad.

La idea es extender la iniciativa. Una iglesia de Piacenza (norte de Italia) en las últimas semanas ya ha empezado a permitir que algunos inmigrantes duerman en el lugar. Igual que en varios templos de Sicilia, donde los continuos rescates en el mar de migrantes colapsan a menudo los centros de acogida.

En San Calixto, «los espacios de la iglesia se abren desde las ocho de la noche hasta las ocho de la mañana y todos los que lo necesiten pueden acudir», ha explicado a este diario Rinaldo Piazzoni, portavoz de la Asociación Sant’Egidio, promotora de la iniciativa y considerada el órgano de la diplomacia paralela del Vaticano. Fue directamente el Vaticano —y, por ende, el Papa— quien la autorizó y la ha promovido abiertamente.