Al que quiera saberlo, los camareros del bar Musical le explican con la mejor disposición que en el teatro de la trastienda ensaya y se presenta la banda sinfónica del pueblo, y que las fotos colgadas en la entrada son de los músicos que la han presidido desde que fue creada, hace 140 años y que cada mes tienen lugar dos conciertos. Enseñan menos disposición, casi enfado, cuando se trata de hablar del programa que Nieves Herrero transmitió desde este mismo recinto hace 20 años, el 27 de enero de 1993, día en que los cuerpos de las niñas Miriam García, Desirée Hernández y Antonia Gómez fueron hallados enterrados, con signos de tortura, después de más de dos meses de denunciada su desaparición. Alcásser es así: todo sonrisas y buena voluntad hasta que sale a colación su pasado oscuro.

"No tenemos ningunas ganas de hablar de eso", dice José Pascual, el psicólogo del pueblo valenciano, que entonces atendió a las destrozadas familias, aún en el puesto. Los periodistas que se han desplazado con motivo de los 20 años de la tragedia han recogido el fruto de lo sembrado entonces por Herrero y todos los periodistas que sucumbieron al desmadre y se dejaron llevar por la locura; así fue para el primer aniversario, luego para los cinco y los 10 años. Más allá de la fama negra que cosecharon para Alcásser el fugado Antonio Anglés y su cómplice, Miguel Ricart, los 7.000 vecinos del pueblo son conscientes de lo que la demencia periodística les dejó como legado: la etiqueta de cuna de la telebasura.

En un plató montado a toda prisa en el que luego sería el teatro Musical, Herrero transmitió en directo para España pocas horas después del hallazgo de los cadáveres, con familiares de las víctimas entre los invitados, y consumó lo que la opinión pública rechazó por morboso y los expertos condenaron como lamentable frivolización del drama. "Buenas noches a todos --empezó Herrero--. De tú a tú no va a ser esta noche un programa normal". No lo fue, y aunque el deplorable honor de haber cruzado los límites de la decencia quedó para los anales en manos de Antena 3, también perdió notablemente los papeles Pepe Navarro, en Esta noche cruzamos el Misisipi , de Telecinco, y el Canal 9 valenciano, que durante la celebración del juicio emitió un programa diario de dos horas con casi un tribunal paralelo.

"A mi juicio se produjo una tormenta perfecta", dice el periodista Vicenç Villatoro. "Se juntaron un caso extraordinario, un género televisivo que necesitaba dar un salto y unos protagonistas que se prestaron a participar del circo". El hombre que mejor simbolizó el aporte de las familias al pandemónium televisivo fue el padre de Miriam, Fernando García, condenado en el 2009 a pagar una cuantiosa multa por injuriar a la Guardia Civil en TV.

EL GRAN ESTIERCOL ¿Nació realmente la telebasura aquella noche, en Alcásser? Villatoro dice que no, no exactamente. "Había ya en marcha un proceso de confusión periodística que había empezado, más que en la televisión, en la radio, y que en Alcásser tocó límite. Lo que sucedió allí no señala el nacimiento de la telebasura, pero sí el límite con el que se topó el proceso, un techo, por así decirlo. Ese fue el gran efecto de Alcásser. De ahí que no se haya vuelto a producir un tratamiento así en televisión. No digo que se llegara luego a un sitio fantástico, pero no se volvió a actuar así".

La imagen del periodista carroñero fue la que interiorizaron después de eso los vecinos del pueblo, y la que recuperan cada vez que alguien con una libreta, una grabadora o una cámara se deja ver por el lugar. "No quiero yo saber nada del tema ese; ya está bien de remover la mierda", dice el encargado del cementerio, donde un monumento de improbable valor estético recuerda a las niñas muertas. "Eso ya está olvidado, y si les pregunta a los vecinos, lo más probable es que los moleste", dice el sacerdote. "Ya está bien de hablar de ese asunto", dice un cliente del bar Musical. La práctica habitual de algunas fuentes que después de hablar acuden al 'yo no he dicho nada', 'yo no estoy aquí', 'usted y yo no hemos hablado' es casi la norma entre los que sueltan aunque sea un poco la lengua, porque está mal visto hablar con periodistas. La alcaldesa no da declaraciones sobre el crimen. El pueblo lo único que quiere es dejarlo atrás.

LEGADO DE NIEVES "Lo único que hacen los periodistas al venir aquí es abrir de nuevo unas heridas que ya han cicatrizado", dice el psicólogo. "Han pasado 20 años y la situación se ha normalizado, pero cada vez que hay un aniversario y vienen ustedes ocurre lo mismo". Tal y como lo entienden aquí, hubo un daño que Anglés y Ricart infligieron a las tres niñas, y por extensión a sus familias, y otro que los medios de comunicación, Nieves Herrero, Pepe Navarro, la basura televisiva, infligieron a todo el pueblo. "Que en un canal de televisión se hable de si la niña tenía la regla o si le quemaron los pezones: todo eso fue lo que hizo más daño".

Victoria Camps era por entonces senadora del PSC y presidía la comisión de estudios de contenidos televisivos que el PP había puesto en marcha ante la alarma suscitada por el desmelene de algunas cadenas. "Tuvo mucha importancia lo de Alcásser --recuerda--, porque había sido muy criticado y la comisión debía tener en cuenta la opinión pública. Fue un tratamiento impropio de un tema muy delicado". La propuesta de la comisión fue la creación de un consejo audiovisual español que aún hoy no existe. Veinte años después, los contenidos basura forman parte del panorama televisivo diario, y aunque Nieves Herrero acabó admitiendo, después de defenderse con las uñas ("nunca utilicé el morbo", declaró en su día), que esa noche actuó mal, hay algo que dejó allí a lo que se puede dar el nombre de legado. En Alcásser lo saben.