Ni Diana Quer, ni la víctima de La manada en los Sanfermines del 2016, ni la prostituta Yingying, asesinada el pasado diciembre en el barrio del Raval de Barcelona... Ninguna de ellas ha sido, legalmente, víctima de un delito machista. Porque en España solo se reconoce este tipo de violencia en el entorno familiar, o más concretamente, cuando el agresor y su víctima mantienen o han mantenido una relación sentimental.

Eso, a pesar de que desde hace años prácticamente todos los organismos internacionales de derechos humanos, empezando por las Naciones Unidas, coinciden en que una mujer que ha sido agredida por el simple hecho de ser mujer, ya sea en el ámbito privado o en el ámbito público o social, deberá ser considerada como víctima de violencia de género en todos los casos.

La incorporación de estos casos a la relación de víctimas de violencia sexista dispararía de forma exponencial las cifras oficiales actuales, que desde el 2003 (año en que empezaron a recogerse estadísticas en España) suman ya casi un millar de personas. Son 947 para ser exactos, entre las que hay 23 niños, que solo se contabilizan como víctimas desde el 2013. Así, si los datos oficiales hablan de un 2017 con 48 mujeres y 8 niños muertos a manos de hombres que eran (o habían sido) sus parejas y agrega cuatro casos que aún están bajo investigación, el observatorio independiente Feminicidio.net, suma 38 víctimas más, entre las que incluye los feminicidios fuera del ámbito más íntimo. Al menos 31 casos son claros.