Francisco Gómez (David Barceló para sus víctimas) es un estafador hiperactivo. Y en los últimos años ha desplegado su talento para el embaucamiento en varias comunidades de España. Seduce a las mujeres para quedarse con su dinero. Lo hace fabricando mentiras que clava en el corazón. Carla, una de las engañadas, retrata al personaje con pinceladas de dos escenas reales que hablan por sí solas.

En la primera, Carla y David estaban sentados en la terraza de una cafetería. Junto a ellos había un niño con síndrome de Down. David deslizó esta frase: «Yo dono todo el dinero que dan los beneficios de las empresas de mi padre a una asociación dedicada a esta enfermedad». En la segunda, David, tras saber que Carla había intentado sin éxito ser madre en solitario a través de la reproducción asistida, le promete que con él podrá tener hijos sin necesidad de la fecundación artificial. «Tendrás dos, y estarás embarazada antes de Navidad». A Carla, al recordar esto último, se le escapa alguna lágrima.

Estafador de altos vuelos

David Barceló usó el mismo nombre pero otro apellido en el País Vasco. Entonces no se hizo pasar por sargento de Salvamento Marítimo destinado en Galicia, como fingía ser en Barcelona. Entonces simulaba ser piloto de una compañía aérea. A algunas de las mujeres que engatusó incluso las citaba en el aeropuerto. Venían a buscarlo y salía de la terminal con el uniforme de piloto, con la gorra bajo el brazo.

Fue desenmascarado por Silvio, un hombre a quien intentó robarle más de 30.000 euros. Aunque su especialidad han sido siempre las mujeres, «tomaba el pelo a todo el que se le acercara porque no tiene amigos», aclara Silvio. «Yo le he visto romper un matrimonio persiguiendo sin descanso a la mujer hasta convencerla de que tenía que dejar a su marido. El objetivo era aislarla para estafarla cuando recibiera la mitad del patrimonio conyugal».

En junio del 2010 fue condenado en San Sebastián por estafar medio millón de euros a 10 personas con otras tantas trampas. El Diario Vasco publicó ese día su nombre real, Francisco Gómez Manzanares (Vitoria, 1974), en una noticia acertadamente titulada «Un estafador de altos vuelos». En el 2008 ya había sido juzgado en Ourense por liar a otra mujer a la que convenció para montar una agencia de viajes. Desde 1994, ha sido detenido 16 veces por estafas cometidas en Vitoria, Eibar, Soraluze, Barcelona, Madrid o Zaragoza. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas víctimas ha dejado en el camino.

La trampa

Francisco no tiene trabajo. «Pero deberían darle una medalla por ser el más currante». La frase es de Silvio, que destaca la atracción enfermiza de un hombre por el dinero. Gracias a las ficciones laborales en el cuerpo de submarinistas de Salvamento o en la flota de vuelos comerciales, podía simultanear numerosas relaciones sentimentales. Justificaba sus largas ausencias escudándose en las obligaciones del supuesto trabajo. Pero siempre estaba con las otras.

Carla descubrió el engaño gracias a un error de Francisco. Era socio de una tienda de ropa y en el tiquet de compra se imprimió su nombre real. Entonces, Carla metió aquel tiquet en Google y en la pantalla del ordenador apareció la noticia del Diario Vasco. Al enterarse, se mostró distante con él pero no se atrevió a contarle por qué. Francisco se lo olió y puso en marcha su plan de fuga. Carla lo denunció, sin resultados. «Al final hundía psicológicamente a las mujeres para desorientarlas y escapar sin ser denunciado», explica Silvio.

Un peligro en libertad

Un cabo de la policía autonómica catalana, al ver a una de sus víctimas temblando tras presentar la denuncia, comprendió enseguida el peligro que tenía Francisco en libertad. Junto a dos agentes de la Unidad de Investigación Básica se puso a seguir su rastro y lograron detenerlo el 11 de marzo.

Francisco ha ingresado preventivamente en prisión por estafar a cinco mujeres solo en Cataluña.