Investigadores del Observatorio Europeo Austral (ESO) han localizado un planeta de un tamaño y una temperatura superficial similares a la Tierra, dos condiciones óptimas para poder albergar vida. El exoplaneta orbita alrededor de la estrella Ross 128, que se encuentra a solo 11 años luz de nuestro Sistema Solar, una distancia enorme equivalente a 100 billones de kilómetros, pero escasa en términos astronómicos. Para el hallazgo, los científicos han utilizado «un instrumento único en su clase», el cazador de planetas HARPS, instalado en el Observatorio La Silla, en Chile, según ha informado el ESO. El trabajo se ha publicado en la revista Astronomy & Astrophysics. Ross 128 b, como ha sido bautizado, es el segundo planeta de tipo terrestre más cercano a la Tierra tras Proxima b, descubierto el año pasado y que se encuentra a 4,2 años luz. Sin embargo, debido a las características de su estrella, es posiblemente el más atractivo para acoger unas condiciones aptas para la vida. En las dos últimas décadas se han descubierto más de 3.000 exoplanetas, planetas que orbitan alrededor de estrellas lejanas. La mayoría, sin embargo, han resultado ser gigantes gaseosos de tipo Júpiter, sin condiciones adecuadas para la vida. Los posibles gemelos de la Tierra -planetas rocosos y al mismo tiempo, templados- se cuentan con los dedos de las manos. Al igual que Ross 128 b, Proxima b y los planetas del sistema Gliese, entre otros, la mayor parte de los buenos candidatos son planetas que orbitan enanas rojas, un tipo de estrella muy común en la Vía Láctea. Las enanas rojas son relativamente frías y tenues, lo que hace que sea más fácil detectar planetas de escasa masa cuando transitan por delante de su astro.

Muchas estrellas enanas rojas, como Proxima Centauri, emiten llamaradas que, ocasionalmente, bañan de letal radiación ultravioleta y de rayos X los planetas que las orbitan. «Sin embargo, parece que Ross 128 es una estrella mucho más tranquila, de manera que sus planetas podrían ser la morada conocida más cercana para albergar vida», dice el ESO. El planeta no se ha observado directamente, sino que se ha inferido su presencia gracias a un método de detección conocido como de velocidad radial.