La historia de la sonda 'Cassini' estará siempre asociada a las observaciones efectuadas sobre dos de los más fascinantes satélites de Saturno: Titán, un enorme cuerpo formado por hielo y material rocoso de 5.150 kilómetros de diámetro, más incluso que Mercurio, en el que parece haber ríos de metamo líquido, y Encélado, diez veces menor, cuya característica más asombrosa es la presencia de fuentes hidrotermales bajo su superficie helada.

Aunque se sabe de su existencia desde 1655 y desde 1789, gracias a los trabajos de los astrónomos Christiaan Huygens y William Herschel, respectivamente, lo cierto es que ambas lunas eran unas grandes desconocidas hasta la llegada de Cassini. Y en parte siguen siéndolo, pero un poco menos.

DOS MUNDOS

El primer hito de la misión aconteció a principios del año 2005, poco después de la llegada de 'Cassini' al ámbito de Saturno. La sonda europea 'Huygens', que había viajado acoplada a la nave nodriza desde su lanzamiento en 1997, se separó y viajó durante 20 días hasta posarse sobre Titán tras un descenso final de dos horas y media. Se convirtió así en el primer ingenio creado por el hombre que aterrizaba en un cuerpo del sistema solar exterior.

Huygens reveló "un paisaje sorprendentemente bajo la densa y brumosa atmósfera, rica en nitrógeno, de Titán", recuerda la Agencia Espacial Europea (ESA). Se observaron costas y canales fluviales que se cree han sido excavados por metano líquido, en lugar de agua, "dadas las temperaturas superficiales de unos -180 ºC", prosigue la ESA.

Huygens elaboró un perfil de la atmósfera (presión, temperatura y densidad), midió sus vientos y analizó las partículas de su bruma. Huygens siguió transmitiendo datos desde la superficie de Titán durante 72 minutos más, hasta que Cassini desapareció por el horizonte.

Diez años después, en octubre del 2015, Cassini fue desviada de sus planes iniciales para que intentara observar Encélado, concretamente su polo sur. Un acercamiento previo ya había observado que en su superficie helada, con unas temperaturas próximas a los -200º, había una especie de géiseres o fumarolas.

El sobrevuelo fue efímero, pero suficientemente cercano -la nave llegó a situarse a 49 kilómetros de la superficie- como para recabar una información que a la postre resultó ser muy relevante. Uno de los aspectos sorprendentes es que Encélado mostraba un ligero bamboleo durante su órbita alrededor de Saturno. También se detectó que los géiseres de agua emitían granos helados ricos en sal y sodio. Finalmente, se detectaron dos compuestos esenciales para las formas de vida más básicas: el hidrógeno y el dióxido de carbono.

De resultas de aquellos datos, investigadores de la NASA y de las universidades de Colorado y Cornell concluyeron que bajo la superficie helada de Encélado tiene que haber forzosamente un océano líquido, posiblemente de carácter global -no limitado a una zona-, y que además está salpicado de fuentes hidrotermales, reservorios de calor procedentes de un vulcanismo, lo que se traduce en unas condiciones aptas para albergar vida microbiana. Encélado se convirtió así en el mejor candidado a sitio habitable fuera de la Tierra, según la NASA.