La denuncia de un piloto de Lufthansa que avistó tres drones en formación cuando se disponía a tomar tierra en el aeropuerto de Bilbao el pasado sábado ha encendido la alerta de los profesionales sobre una posible colisión entre vuelos comerciales y aparatos no tripulados, especialmente en maniobras de despegue y aterrizaje. El Colegio Oficial de Pilotos de Aviación Comercial (COPAC) ha hecho pública una nota en la que pide que se respete la normativa vigente por parte de los usuarios de aparatos no tripulados, tanto drones de juguete como profesionales, que le prohíbe volar cerca de zonas aeroportuarias o por encima de 120 metros sin que sean visibles por su piloto, entre otros aspectos.

“El incidente de Bilbao ha sido el primero del que se ha informado en España pero cada vez hay más casos en otros países y otros tantos que no se denuncian”, recuerda Eduardo Blanco, portavoz del COPAC, que insiste en que en las maniobras de despegue y aterrizaje es cuando el piloto ha de tener la máxima concentración. “Determinar si es un dron o no es cuestión de distancia, pero yo mismo me he cruzado con aviones de radiocontrol pasando por debajo de mi avioneta en el aeródromo de Cuatro Vientos en Madrid”.

Y es que dentro de la categoría drones se incluyen tanto los aparatos para aficionados que se venden incluso en supermercados o jugueterías como los profesionales destinados a la fotografía, el vídeo o a trabajos de vigilancia en distintos entornos. Pero también los aparatos de aeromodelismo, a veces pequeñas avionetas sin tripulante.

CUMPLIR LA NORMATIVA

Los pilotos reclaman a la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) que investigue las posibles consecuencias de un impacto de un dron contra un avión y que “establezca procedimientos oportunos para las tripulaciones”, que registre y matricule las aeronaves sin tripulación (como ya se hace en Estados Unidos) y que se haga cumplir la normativa, que prohíbe explícitamente el uso de este tipo de aparatos sin autorización cerca de aeropuertos y aeródromos.

En el caso de Bilbao, algunos expertos han cuestionado que se tratara de drones cuando, según el piloto, fueron avistados a 900 metros de altura. “Es más posible que se tratara de aeromodelos de radiocontrol”, aventura Ander García, de la empresa Drone by Drone, con sede en Bilbao. “Por 'software', los drones no pueden volar más alto de 500 metros y, aunque se podría modificar, tampoco tiene sentido si por normativa el piloto los tiene que tener a la vista. Debía ser gente que conoce el aeromodelismo y sus reglas pero que se las saltó. Porque para poner tres drones en formación se requiere experiencia”, señala.

García alude también al lugar del suceso, muy cerca de la pista principal del aeropuerto de Bilbao, que registra cuatro millones de pasajeros al año. “Hay dos zonas, una en Derio, a un kilómetro escaso de las pistas del aeropuerto de Loiu, y el otro en Larrabetzu, a unos 10 kilómetros, donde acuden muchos aficionados porque se dan las condiciones idóneas para volar aparatos de aeromodelismo”, explica. En foros de usuarios de drones se criticaba duramente a los posibles autores del incidente y se pedía que se respete la normativa. “A todos nos beneficia que el sector se controle y que a quien esté fuera de la ley se le persiga”, afirma.

Según AESA, que no da cifras sobre incidentes por razones de seguridad, desde la entrada en vigor de la normativa de julio del 2014 sobre aviones no tripulados, se han abierto 35 expedientes sancionadores que han supuesto multas por un total de 240.000 euros. La mayoría de los incidentes, señalan, han sido por no respetar las zonas delimitadas (penado hasta con 225.000 euros) o por no tener la licencia de operador exigible.