Tan solo una embarcación de los Mossos d’Esquadra seguía este martes sobre las aguas del pantano de Susqueda. Nadie más busca a Marc y a Paula, los dos jóvenes de Arenys de Munt y de Cabrils, que desaparecieron en este embalse el 24 de agosto. Doce días después, el gigantesco dispositivo de búsqueda desplegado, que ha sumado a agentes de la policía catalana, de la Guardia Civil, Bombers de la Generalitat y decenas de voluntarios -muchos familiares y amigos de la pareja-, ha pasado a una fase intermitente. El rastreo exhaustivo se ha suspendido y ahora los agentes buscarán selectivamente en puntos que indique la unidad de personas desaparecidas de los Mossos, los investigadores que se han hecho cargo del caso.

Marc y Paula condujeron con su Opel Zafira hasta el pantano el 24 de agosto. A las 13.00 horas se detuvieron en el bar La Parada, justo a la salida de la población de El Pasteral. Ese jueves, y a esa hora, en el local había varios clientes y los dos jóvenes se quedaron en la barra. Este martes, casi a la misma hora, estaba vacío. La camarera no recuerda qué tomaron, sabe que fueron solo unas bebidas. "Me preguntaron cómo llegar hasta el pantano", dice extendiendo el brazo izquierdo y señalando un camino que nace junto al bar y que conduce hasta Susqueda. Ella es la última persona que los ha visto.

El silencio de la pareja asustó a sus familias. Las alarmas se dispararon con la localización, el martes 29 de agosto, de su Opel Zafira, hundido a 7 metros de profundidad en el pantano. Llegar hasta el punto en qué apareció el coche requiere casi hora y media de circulación por un camino tortuoso. Dentro del vehículo apareció una piedra posiblemente utilizada para mantener el acelerador presionado sin necesidad de conductor, un detalle que apunta a que alguien lo hundió deliberadamente. El kaiac con el que pretendían navegar en Susqueda también apareció cerca, pinchado y semihundido.

Una semana después no han aparecido más indicios de criminalidad. El último fueron restos de sangre que localizados en piedras cercanas al coche. Pero los análisis de ADN han descartado que sean de Marc o de Paula. En realidad, aclaran fuentes policiales, con toda probabilidad son de animales.

LA LEYENDA DE LOS PESCADORES DEL ESTE

La presencia de pescadores furtivos -procedentes de países del este y alojados en casas abandonadas de algún monte de las Guilleries próximas al pantano- ha desatado las habladurías entre los habitantes de la zona. "Seguro que vieron algo que no debían y por eso los mataron", apunta el rumor más extendido. "No hay nada de esto que esté confirmado", subrayan oficialmente los Mossos.

Laia, una vecina de Anglès, explica que estos pescadores acostumbran a pescar de noche y a hacer hogueras en el lecho del pantano. Ella ha visto los restos del fuego durante las excursiones que hace con su padre por un lugar que conoce desde pequeña. Francesc, un jubilado de 66 años que hace 35 que pesca en Susqueda, se ha cruzado con ellos. "Yo los he visto pescar carpas con red en el pantano de Sau -embalse conectado con el de Susqueda-", asegura este hombre de Sant Celoni. Con su llegada, "las carpas han desaparecido".

Tanto Laia como Francesc han oído hablar de incidentes que estos hombres del este han llevado a cabo contra pescadores locales. Pero son episodios que no superan el grado de amenazas. Para los investigadores, por el momento, tiene poco sentido relacionarlos con algo tan grave como la de desaparición de Marc y Paula, básicamente porque cualquier delito o falta que hubieran cometido en su presencia comportaría una pena infinitamente menor que un castigo por un doble homicidio.

Tal vez los pescadores furtivos estén detrás de la desaparición de las carpas. Pero no del de la de Marc y Paula. Y las aguas de Susqueda, cuya profundidad puede alcanzar los 100 metros cerca de la presa, hoy de nuevo en silencio, no parecen dispuestas a revelar mucho más.