El crucero de lujo Crystal Serenity, el primer gran buque que surcará el Paso del Noroeste, la mítica ruta que enlaza el Pacífico y el Atlántico a través del Ártico canadiense, ha atravesado ya el estrecho de Bering y navega por el norte de Alaska con la ruta expedita de hielo, según confirman las observaciones satelitales, una situación que habría sido imposible hace dos décadas. Son cosas del cambio climático: una de las últimas fronteras de la Tierra se abre al turismo de masas.

El Serenity, con 1.000 pasajeros y 700 tripulantes a bordo, aprovecha el deshielo del Ártico, que alcanza en septiembre su máximo anual, para realizar en un mes el trayecto entre Seward (sur de Alaska) y Nueva York. El noruego Roald Amundsen, el primer explorador que a principios del siglo XX cruzó el Paso del Noroeste, tardó tres años, tras quedar encallado varias veces. En total, el crucero recorrerá 13.000 kilómetros.

Como era de esperar, la expedición del Serenity no ha estado exenta de polémica. «Todos los aspectos de este viaje no tienen precedentes en la industria de los cruceros de lujo y casi en el sector de los viajes en general», ha señalado en un comunicado Edie Rodríguez, propietaria de la empresa Crystal Cruises. Las autoridades locales no han encontrado motivos ambientales para oponerse al periplo, pero no todos están de acuerdo.

El Serenity, con experiencia en la Antártida, cuenta con un casco reforzado, pero no es propiamente un rompehielos, por lo que las asociaciones conservacionistas advierten de los riesgos fatales de un vertido en caso de accidente. En principio, aunque el periplo será por aguas libres, no se descarta la presencia de placas de hielo en algunas zonas, motivo por el cual la empresa propietaria ha alquilado los servicios del RRS Ernest Shackleton, un buque científico británico con capacidad para abrirse paso en situaciones complicadas.

La asociación WWF admite que Crystal Cruises ha intentado minimizar el impacto ambiental del crucero con un motor que prescinde del fuel pesado, más contaminante, y prohibiendo el vertido de aguas residuales a una distancia de la costa inferior a los 22 kilómetros, pero considera que la simple presencia de un barco de más de 250 metros de eslora ya es un problema para el ecosistema y para las comunidades locales. De hecho, el Serenity lleva más pasaje que todos los poblados que visitará en su ruta. H