La sentencia por la presunta violación de un grupo conocido como de La Manada se hará pública hoy en la Audiencia de Navarra. El juicio a cinco miembros del grupo por la presunta violación de una madrileña de 18 años en los Sanfermines del 2016 ha puesto de manifiesto que el lema «no es no» contra las agresiones sexuales puede haber quedado obsoleto e insuficiente: ¿es necesario un ‘no’ explícito, para que sea un ‘no’? Y es que la joven no expresó explícitamente esa negativa a sus atacantes y estos quisieron entender que consentía y podían dar rienda suelta a sus instintos sexuales. Es su palabra contra la de los procesados, que se enfrentan a una pena de más de 25 años de prisión El tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra tiene un difícil papel, pero su sentencia puede ser un punto de inflexión al tratarse de un caso mediático en el que se ha mezclado el secretismo de las vistas (casi todas las sesiones a puerta cerrada), las especulaciones y las altisonantes expresiones de algunos defensores. El letrado Agustín Martínez Becerra, que representa a tres de los cinco miembros de La Manada, llegó a decir en sala que los siete videos de 96 segundos grabados por dos de los procesados era una «película porno, no de ficción» y que las relaciones sexuales que mantuvieron los acusados con la denunciante fueron «consentidas y placenteras» para ella. Otra maniobra de descrédito hacia la denunciante fue el informe encargado a un detective privado sobre la vida de la chica que, al final, fue retirado. El proceso judicial contra La Manada ha extendido la sensación de que es la denunciante la que debe demostrar que es la víctima y que su relato es cierto. «La presunción de inocencia es un derecho fundamental de todo ciudadano», advierte el fiscal de Barcelona Diego Villafañe, de la Unión Progresista de Fiscales (UPF).