Tres palabras se han hecho ubicuas en el mercado de gadgets: selfis, drones, wearables. Era cuestión de tiempo que apareciera un tres en uno a lo Santísima Trinidad: drones de bolsillo que te siguen como pájaros falderos haciéndote selfis. Las nuevas generaciones de autorretratos resentirán coronillas despejadas: llegan los selfis voladores.

De Silicon Valley salió hace un par de años Nixie, un selfi-dron que se lleva a la muñeca como un reloj. La última novedad que ha hecho salivar a los tecnogurús es ROAM-e(foto), de la compañía australiana Iot group. Aún no se ha presentado oficialmente y acumula casi 20 millones de entradas en Google. Ya venden cinco unidades al día. Tras el lanzamiento oficial -auguran los responsables de márketing vía mail- prevén despachar 50.000 a la semana.

ROAM-e es un mini dron con las aspas plegables y tecnología de reconocimiento facial, describe la web. Un paparazi volador. Persigue por el aire a su propietario haciéndole retratos aéreos durante 20 minutos. Selfis de 360 grados. La compañía australiana garantiza que este gadget alado no tendrá restricciones de uso (la ley prohíbe que los drones vuelen en núcleos urbanos, por ejemplo). “ROAM-e está siempre dentro del espacio personal”, apuntan. (No se separa más de 5 metros). “Es básicamente una extensión del palo selfi”. También supone una extensión de los bolsillos: cuesta unos 240 euros.