Lo dicen algunos expertos: regalar experiencias es más beneficioso y gratificante que obsequiar bienes materiales. La buena noticia es que está de moda. O sea, quedará como un rey. Dejemos, pues, descansar a los camellos de Oriente, al menos en lo concerniente a la carga para los adultos, y regalemos emociones, actividades, vivencias. Aquí van algunas ideas, más allá de las socorridas escapadas al balneario, al mar o a la montaña.

Empecemos con los cursos, que además de disfrutarlos pueden resultar sumamente prácticos no sólo para quien los recibe. Sucede con los talleres de cocina, cócteles, bricolaje, jardinería, fotografía, corte y confección..., y también con los que enseñan a gestionar el estrés, a dormir a pierna suelta o, atención a los que mordieron algo del gordo de la lotería o los cupones, a invertir en bolsa.

DEPORTES EXTREMOS / Vayamos a las emociones fuertes. Los fitipaldis tienen la opción de irse a Montmeló a derrapar sobre un Ferrari -un curso de conducción segura sería oportuno para los que andan escasos de puntos en el carnet-, y ahí están siempre los deportes extremos para los que quieran poner a tope el nivel de adrenalina: skydiving, puenting, rafting, barranquismo, parapente, paracaidismo...

Las tirolinas, los paseos en globo o en helicóptero y los túneles de viento son otras actividades ideales para los amantes de las vistas aéreas. También hay simuladores de realidad virtual para quien desee emular el amerizaje de Sully en el río Hudson, e incluso es posible convertirse en piloto de avión por un rato, previa instrucción de las maniobras básicas, con un Cessna 172 o un Yak-52.

En el extremo opuesto a la acción, indicado, por poner un ejemplo, para la suegra, está el retiro silencioso -meditación Vipassana-, entre un sinfín de viajes interiores. Si se prefieren al exterior, regale noches especiales: en cuevas, castillos encantados (así lo venden), iglús, cabañas sobre los árboles o habitaciones bajo el mar (el hotel Water Discus Underwater de Dubai, aún en proyecto, aspira a convertirse en el rey de los mares, pero existen ya otros más modestos en Zanzíbar, Suecia o Maldivas). Lo de Marte pilla más lejos y caro, pero ahí está, presto a ser visitado; para verlo desde la distancia, nada mejor que una visita o una cena en un observatorio astronómico, eso sí, lejos de las contaminadas ciudades.

Para los que piensan que no desentonarían en Tu cara me suena, está la opción de regalarles la grabación de un disco en un estudio. Que se venda, ya es otro cantar. Siempre queda el recurso de invitarles a un buen musical en el West End londinense (Harry Potter, Wicked, Charlie y la fábrica de chocolate, In the Heights...) o, más a mano, El rey León de la Gran Vía madrileña.

Siguiendo con los animales, L’Aquarium de Barcelona permite sumergirse entre tiburones a los submarinistas titulados (los críos de 8 a 12 años pueden pasar una noche junto a ellos, fuera de la pecera, eso sí, para conocerlos a fondo). El espectacular bramido del ciervo durante la berrea, la observación de fauna y los paseos en burro son otros presentes disponibles en la naturaleza, cuyo catálogo es aún inabarcable pese a los estragos del hombre.

Para descubrir algunos de sus rincones, hay excursiones de todo tipo y nivel. Ejemplos: con raquetas de nieve una noche de Luna llena; en bici por viñedos; en mushing (trineo tirado por perros) por los Pirineos; o en burricleta (bicicleta rural eléctrica) por cualquier bello paisaje alejado del asfalto. Los pulmones de quien reciba cualquiera de estos obsequios se lo agradecerán.

‘ESCAPE ROOM’ / Los urbanitas también disponen, cada vez más, de regalos intangibles. Uno de los últimos gritos en el mundo del entretenimiento es el llamado Escape room, juego que consiste en resolver en equipo enigmas y retos para lograr escapar de una sala temática.

También se están multiplicando las rutas por ciudades (itinerarios literarios, históricos, canallas...), las gastronómicas y vinícolas, los restaurantes sensoriales y las visitas monumentales y museísticas, con guías o teatralizadas. Para los nostálgicos hay paseos vintage, como el que propone viajar en un Seat 600 o sobre una moto Royal Enfield Classic 500.

Vayamos a la salud y la belleza, terrenos al alza y muy agradecidos. A los típicos tratamientos, añadiremos, para afrontar de la mejor manera este 2017 de echar a temblar, sesiones de risoterapia. Y para los que cada enero incluyen entre sus nuevos propósitos dejar de fumar, hipnosis. No es un truco, aunque parezca magia. Acabaremos con regalos culturales, que alimentan el alma y eso siempre va bien. Abonos teatrales, cines y suscripciones a servicios online como Netflix, Spotify completan la oferta.