La decisión de cerrar definitivamente Garoña marca el inicio de un largo proceso. Frente a los dos años que se hubiera tardado en volverla a poner en funcionamiento, el desmantelamiento tardará unos 16 años en completarse, según ha explicado el Ministerio de Energía.

En primer lugar, Nuclenor (participada al 50% por Iberdrola y Endesa) debe descargar el combustible gastado almacenado en la piscina de la central, para lo que es necesario construir un Almacén Temporal Individualizado (ATI).

También deberá acondicionar los residuos radiactivos de baja y media actividad para trasladarlos al centro de almacenamiento de El Cabril, en la localidad cordobesa de Hornachuelos. El desmantelamiento en sí empezará seis años después de la parada definitiva y durará unos 10 años. Lo llevará a cabo la empresa pública Enresa.

Nuclenor ha anunciado un plan social para buscar salidas (prejubilaciones y recolocaciones) para los 230 empleados directos y 150 subcontratados ligados a la central. Enresa, además, seguirá abonando 2,5 millones al año a los municipios de la zona durante el desmantelamiento.

Además, el Gobierno y Castilla y León están trabajando en un plan de viabilidad para reactivar económicamente la zona burgalesa, lindante con la provincia de Álava. Nadal ha exigido a Iberdrola y Endesa que colaboren con las iniciativas que se van a poner en marcha.

Garoña es la nuclear más antigua del parque atómico español (comenzó a operar en 1971). En el 2009 se acabó su ciclo de actividad y, «en una decisión relativamente sorprendente» para Nadal, el Gobierno de Rodríguez Zapatero decidió primero cerrar la central y luego alargó su vida hasta el 2013 con el compromiso de que no se prorrogaría más.