La canadiense Maggie MacDonnell (Nueva Escocia, 1980) fue ayer la ganadora del premio Global Teacher Prize, también conocido como Nobel de los maestros, dotado con un galardón de un millón de euros. MacDonnell, que trabaja en una pequeña escuela rural del Ártico, deberá reinvertir el importe del premio en un proyecto educativo, según establecen las bases del premio. Esta profesora de secundaria es la tercera persona que logra la distinción, después de la norteamericana Nancie Atwell, en el 2015, y la palestina Hanan al Hroub, el año pasado.

MacDonnell aterrizó hace seis años en Salluit, un pueblo de 1.300 habitantes al norte de Quebec, al que solo se puede llegar en avión, después de haber trabajado como voluntaria en África. Al llegar al Ártico se encontró en un territorio inhóspito, «en el que vivía una comunidad esquimal indígena, los inuit, que soportan un gran peso sobre sus espaldas desde hace generaciones», explicó.

Los jóvenes son especialmente vulnerables a las duras condiciones de vida (en invierno no es extraño llegar a los 25 grados bajo cero) y a las desigualdades económicas y sociales, que ha provocado la sobreexplotación de los recursos naturales.

SUICIDIOS / «Solo en los últimos dos años, he visto cómo una decena de jóvenes se suicidaban porque habían desistido de vivir. Se iban a la tundra y se quitaban la vida», explicó muy emocionada en el discurso en el que agradeció el premio.

La canadiense, que estuvo acompañada en el acto por varios de sus alumnos, ha trabajado los últimos años en la escuela local para tratar de rebajar las altas tasas de adicciones (al alcohol y a las drogas), de embarazos adolescentes, de abusos sexuales y de autolesiones y suicidios. Una de sus prioridades han sido las chicas, que gracias a la ayuda de MacDonnell han reducido las tasas de absentismo y mejorado su rendimiento escolar (hasta un 500%).

«Es una profesora excepcional, que no solo están ayudándonos a nosotros, sus alumnos, sino que está contribuyendo muy positivamente a mejorar la comunidad», contó Larry Thomassiah, uno de sus estudiantes. Él tiene 19 años y, en contra de lo que es habitual entre los jóvenes de su pueblo, aspira a ir el año que viene a la universidad. «Iré a Montreal, pero todavía no sé qué estudios seguiré», dice.

«Cualquiera de los otros nueve profesores que han llegado hasta esta final podría haber ganado, lo que hay que subrayar aquí es que es una manera de decirle al mundo que los profesores importan», clamó MacDonnell justo tras recibir el premio.

«El objetivo no es otro que dignificar la figura de los profesores, que las próximas generaciones tengan la docencia como una profesión a la que dedicarse», reivindica Vikas Pota, director ejecutivo de la Varkey Foundation, la entidad que entrega los Global Teacher Prize.

«La ganadora la ha escogido un jurado de 170 personas de todo el mundo, de acuerdo con criterios como el efecto que tiene sobre su propia comunidad o cómo trata en clase temas como los valores ciudadanos», señaló Pota.

MÉTODOS INNOVADORES / También es un reconocimiento a los métodos innovadores que MacDonnell utiliza en sus clases. En ellas, plantea proyectos a sus alumnos, siempre vinculados al entorno. «Desde la concienciación por el cambio climático, que está afectando muchísimo a esa zona del Ártico, hasta cuestiones culturales o de tradición, como la práctica del kayak», explica.

«Enseñar es, en cualquier caso, una experiencia mucho más profunda que estar en clase con los alumnos, significa establecer una conexión con los chicos, participar de sus inquietudes y, en este caso, al ser una comunidad indígena distinta a mi origen, supone también una forma de aprender, de enriquecerse», destacó.

La entrega del premio la realizó el explorador británico Bear Grylls. También participaron autoridades locales, encabezadas por el emir Mohamed bin Rashid Al Maktum, y, en una intervención grabada, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.

Como curiosidd, el nombre de la ganadora lo anunció un astronauta desde la Estación Espacial Internacional.