Al menos 40 de los 325 millones de habitantes de Estados Unidos viven en la pobreza; más de 18 de ellos, en condiciones de pobreza extrema; más de cinco, en pobreza absoluta. El informe del relator especial de Naciones Unidas para la Pobreza Extrema y los Derechos Humanos Philip Alston ha puesto frente al espejo el sueño americano y lo que se refleja es una quimera, un monstruo. «Cuando pensamos en la pobreza nos vienen a la mente imágenes del tercer mundo. Pensamos en África, en Asia... Nunca vemos a Estados Unidos. Pero está aquí mismo, literalmente en la puerta de al lado». Cuando Nathalie Smythe habla sabe lo que dice. Es directora de programas en Neighbors Together, una organización que a diario sirve 400 comidas gratis y ayuda a conectar con servicios de vivienda, legales, sanitarios y de formación a personas de Bed-Stuy, Brownsville y Ocean Hill. Esos son tres de los vecindarios más pobres de Brooklyn, el segundo barrio más pobre de Nueva York, una ciudad donde cerca del 20% de la población -1,7 millones de personas- son pobres. Porque conoce tan bien esa realidad, Smythe es una de las muchas personas que da la bienvenida al informe de Alston. Fue publicado a principios de mes pero se presenta oficialmente este jueves en Ginebra. Y promete levantar ampollas, sobre todo en la Administración de Donald Trump, a cuyas políticas lanza una crítica demoledora.

ESTUDIAR AL LÍDER / Alston, australiano y profesor de Derecho en New York University, no ha ido esta vez a Mauritania, ni a Arabia Saudí, ni a China, tres de sus destinos anteriores desde que llegó al cargo en el 2014. Quería estudiar el caso de EEUU, «un líder en términos de implantar direcciones de política, que sigue una agenda económica neoliberal, con un modelo que se puede exportar», cuenta. En diciembre, pasó dos semanas recorriendo California, Alabama, Georgia, Virginia Occidental, Puerto Rico y Washington DC. Y lo que vio y escuchó de pobres y sintecho, expertos, grupos de sociedad civil y cargos políticos ha contribuido a producir un documento devastador: el retrato de un país que está dejando atrás a cada vez más habitantes, y agrandando más la separación con los de arriba.

«Con el New Deal (de Franklin Delano Roosevelt) o con la Great Society (de Lyndon B. Johnson) había un compromiso general con los niveles básicos de igualdad. Hoy eso parece tan lejos como es posible», dice. «No hay interés político en intentar salvaguardar las protecciones para los pobres en Estados Unidos».

Según su informe, desde que Johnson declaró la «guerra contra la pobreza», las políticas «han sido negligentes en el mejor de los casos». Solo así se explica que cerca de 40 millones de estadounidenses vivan hoy en situación de pobreza (con el índice marcado en 24.000 dólares -20.300 euros- para una familia de cuatro personas). 18,5 millones de ellos se encuentren en pobreza extrema (por debajo de la mitad del índice) y 5,3 millones en condiciones de pobreza absoluta (con menos de 1,90 dólares -1,6 euros- al día), «propias del tercer mundo». «13,3 millones de niños viven en la precariedad. Son casi un tercio de los pobres estadounidenses».

POBREZA JUVENIL / La negligencia también explica que Estados Unidos tenga la tasa de pobreza juvenil más alta de la OCDE. En una nación donde viven uno de cada cuatro de los 2.208 milmillonarios del mundo, la tasa de desigualdad es la más alta de los países occidentales, disparada en una «impactante trayectoria» desde 1980. Los estadounidenses, además, viven menos y sufren más enfermedades que los de cualquier otra democracia rica, cada vez están más arraigadas las enfermedades tropicales erradicables y las tasas de mortalidad infantil y obsesidad infantil son también las más altas del mundo desarrollado. EEUU presenta además la cifra de encarcelamiento más alta del mundo y uno de los índices de inscripción electoral más bajos entre países de la OCDE. En su viaje, Alston comprobó de primera mano, por ejemplo, la crítica situación en el condado de Lowndes, en Alabama, donde en muchos hogares no hay un buen sistema de alcantarillado y los jardines y las casas se llenan de aguas fecales. En el centro de Los Ángeles recorrió Skid Row, uno de los epicentros de la población de los sintecho, que los cálculos oficiales (muy por debajo de los de organizaciones que trabajan con ellos) cifran en medio millón de personas en todo el país. El verano pasado, 1.800 de esas personas sin hogar de Skid Row tenían acceso a solo nueve baños públicos. La ratio incumple incluso las normas establecidas por Naciones Unidas para los campamentos de refugiados sirios.

SISTEMA PENAL CÓMPLICE / El relator especial de Naciones Unidas también ha visto un sistema de justicia penal «en la práctica dirigido a mantener a los pobres en la pobreza». En su informe denuncia, por ejemplo, las cuantiosas fianzas que se imponen antes de que se celebre un juicio y que, a menudo, solo los ricos pueden pagar. De las más de 730.000 personas que pasan un día cualquiera recluidas en cárceles locales de Estados Unidos, casi dos tercios de ellos esperan a juicio, por lo que se presume su inocencia.

CRUEL E INHUMANO / La situación era ya desoladora por la negligencia de décadas pero, según Alston, ha empeorado con la llegada al poder de Donald Trump. «Las políticas del último año parecen pensadas a propósito para retirar a la población más pobre la protección básica, castigar a quienes no están empleados e incluso hacer de la atención sanitaria básica un privilegio que hay que ganarse, no un derecho derivado de la condición de ciudadano», ha escrito. Aunque los datos que ha podido manejar son del 2016, su investigación se produjo con Trump ya en la presidencia. Su visita, de hecho, coincidió con la aprobación de la reforma fiscal. Y Alston no ahorra lenguaje duro y no siempre diplomático. «Cuando haces un recorte de 1,5 billones de dólares para los ricos, pagado en parte por recortes a las prestaciones sociales, no es difícil usar términos como «cruel» e «inhumano», explica en la entrevista. «Hay gente en la más completa miseria. No solo no hace nada para ayudarlos, sino que recortará las ayudas aún más».

El relator augura que esa reforma «empeorará la situación y EEUU seguirá siendo la sociedad más desigual del mundo desarrollado». Afirma que «la espectacular reducción prevista de los servicios sociales destrozará, en lo fundamental, dimensiones cruciales de una red de protección social que ya está plagada de agujeros». Y vaticina, además, que «en vista de que el poder económico y el político se refuerzan mutuamente, el sistema político estará todavía más expuesto a que se apoderen de él las élites acaudaladas».

El retrato de Alston contribuye también a desmontar estereotipos racistas sobre la pobreza. El experto recuerda que, aunque la mayoría de las veces se da siempre por sentado que los pobres de estados Unidos son personas de color, afroamericanos o hispanos, lo cierto es que hay ocho millones más de blancos pobres que de negros pobres.