La Fiscalía ha pedido 223 años de prisión para el ginecólogo Sami Y., al que acusa de abusar sexualmente de decenas de mujeres entre los años 2003 y 2006 cuando trabajaba en el Centro de Asistencia Primaria (CAP) de la calle Río de Janeiro de Barcelona. El acusado aprovechaba cuando las enfermeras no estaban presentes para quedarse a solas con las pacientes y, "con ánimo de satisfacer su deseos libidinosos", les sometía a tocamientos en el clítoris, pechos, introducción de dedos en la vagina y en alguna ocasión en el ano.

Desde el 2003 al 2006 se produjeron al menos 29 episodios de abusos, en los cuales el ginecólogo incluso llegó a colocarle un hielo en el pezón a una paciente para satisfacer sus deseos sexuales. Aunque la mayoría de los abusos se produjeron en el CAP de la calle Río de Janeiro, entre el 2005 y el 2006 algunos tuvieron lugar también en su consulta privada del centro médico Cemedic de Premià de Mar (Barcelona) y otra que el acusado tenía en la calle Doctor Pi i Molist de Barcelona.

Por todo ello, el fiscal ha acusado a Sami Y. de seis delitos de abuso sexual previstos en el artículo 181.1 del Código Penal (CP); 28 delitos de abuso sexual penado en los artículos 181.1 y 182.1 del CP, y un delito continuado de abuso sexual.

PROFESOR ABUSADOR Por otra parte, algunos padres de alumnas del profesor de un colegio de Castellón acusado de nueve delitos continuados de abuso sexual y un delito de corrupción de menores, para el que el fiscal pide 35 años de prisión, declararon ayer que las niñas veían los tocamientos que supuestamente les realizaba el maestro como "algo normal" puesto que "se lo hacía a todas". Las menores prestaron declaración a puerta cerrada.

Así mismo, en la segunda sesión del juicio que se sigue en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Castellón contra el profesor, los padres indicaron que su hijas no han sufrido secuelas a raíz de los hechos.

El primer padre en declarar aseguró que su hija nunca le había comentado "nada anormal" hasta la detención del acusado, pero posteriormente le dijo que le tocaba el culo algunas veces, hecho que veía "normal", y hacía fotos e, incluso, que había visto dentro del baño del colegio que "salían flashes". También señaló que, tras la detención del profesor, la niña tenía miedo de ir al centro escolar y bajó un poco su rendimiento. Otra testigo señaló que el acusado, que daba clases extra de dibujo a su hija, hacía a la menor fotos "de cintura para abajo" y le realizaba tocamientos.