Tras varias décadas de negociaciones infructuosas, la movilización social y la toma de conciencia de que es urgente actuar para detener el calentamiento del planeta parecen converger en la 21 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, que se abrió en París en presencia de 150 jefes de Estado y de Gobierno. Todos desfilaron por la tribuna de oradores para dar un impulso político a los técnicos que a partir de este martes tendrán ante sí el reto de llegar a un ambicioso acuerdo.

"Vivimos un día histórico", proclamó el presidente francés, François Hollande, en la inauguración, que se inició con un minuto de silencio en honor de las víctimas de los recientes atentados de París y de otras ciudades azotadas por el terrorismo. El objetivo de la llamada COP21 es que todos los países miembros de la convención del clima participen en el esfuerzo global de reducción de emisiones contaminantes.

El protocolo de Kioto de 1997 que París deberá sustituir dejó fuera a los países en vías de desarrollo y a los más pobres para no entorpecer su crecimiento. Hoy la situación ha cambiado y la sensación de emergencia es tal que los líderes mundiales tienen claro que hay que actuar de manera colectiva y global.

El anfitrión de la cumbre dejó claro que se busca un acuerdo jurídicamente vinculante que module, no obstante, las exigencias en función del nivel de desarrollo del país. Para lograrlo será imperativo que China y EEUU, los dos mayores emisores de CO2 del planeta, se empleen a fondo. Los discursos de sus dos líderes indican que están por la labor, aunque los compromisos tendrán luego que materializarse. En el caso de Barack Obama, todo quedará supeditado a la decisión del Senado.

'MEA CULPA' El presidente norteamericano negó durante su intervención el argumento de que combatir el calentamiento global es incompatible con el crecimiento económico y además entonó un mea culpa al reconocer el papel de Estados Unidos en la génesis del problema, asumiendo su responsabilidad para solucionarlo. "Estamos en condiciones de cambiar el futuro del planeta aquí y ahora, pero solo será posible si estamos a la altura del reto", destacó. "Si los países deciden actuar ahora, no será demasiado tarde para la próxima generación", añadió Obama.

El presidente chino, Xi Jinping, puso el acento en los compromisos financieros que los países desarrollados deberán asumir para movilizar de aquí al 2020 los 100.000 millones de dólares anuales a los que se han comprometido para financiar proyectos en los países del sur, especialmente afectados por los desajustes climáticos. En el capítulo financiero incidió también el ruso Vladímir Putin, que defendió un acuerdo vinculante.

La voz discordante fue la del primer ministro indio, Narendra Modi, cuyo país es el cuarto de los mayores emisores de dióxido de carbono, que se mostró reacio a "imponer" el fin de las energías fósiles apelando a la "justicia climática". Cree que la comunidad internacional debería dejar a los países en desarrollo seguir su senda de crecimiento.

En un escenario mundial de aumento de temperaturas, graves sequías e inundaciones, amenaza de desaparición de parte del litoral y proliferación de fenómenos climáticos extremos, el fracaso en las negociaciones no parece ser una opción.

El objetivo es detener de aquí al año 2030 el aumento de la temperatura en los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, en lugar de los 4 o 5 grados a los que se avanza a gran ritmo por no tomar medidas. El resultado de la cumbre es incierto porque todavía hay muchas líneas rojas -entre países ricos, emergentes y en vías de desarrollo- que tendrán que superarse en los once días de negociación que quedan por delante.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a los líderes "coraje y visión", mientras que Hollande habló de que lo que está en juego es "el futuro mismo del planeta". En la hoja de ruta que trazó a los negociadores mencionó un mecanismo de revisión del acuerdo cada cinco años, una respuesta solidaria por parte de los países más avanzados y la complicidad de toda la sociedad.

CELO EN LA SEGURIDAD La inauguración de la cumbre tuvo lugar en un país que se encuentra en estado de emergencia tras los atentados yihadistas . El celo del dispositivo de seguridad en torno al recinto de Le Bourget, en el norte de París, fue de tal intensidad que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, no pudo entrar en el plenario hasta que localizó en su bolso la acreditación pertinente.