El papa Francisco exigió ayer a los gobiernos que pongan fin a la "atroz" exclusión social que sufren los barrios marginales de las grandes ciudades, donde millones de personas viven sin ningún acceso a los recursos básicos y cada vez más hacinadas por la venta del suelo público a empresas privadas.

En Africa, donde el pontífice se encuentra de visita oficial, los barrios de chabolas albergan a la mayoría de los habitantes de las grandes urbes en un mínimo porcentaje de terreno.

Un ejemplo es Nairobi, la capital más desarrollada del este africano: el 55% de su población --casi dos millones y medio de personas-- vive en el 5% de la superficie que ocupa la ciudad, según datos de Naciones Unidas.

El papa Francisco visitó ayer Kangemi, un "asentamiento informal" --eufemismo que emplean las instituciones-- donde cerca de 200.000 personas viven sin agua potable ni alcantarillado, y donde la luz llega ocasionalmente, de forma racionada.

Primero ensalzó la sabiduría y la "cultura de los barrios populares", donde convergen unos valores de hermanamiento "que no cotizan en bolsa", como la solidaridad o la bondad.

Después arremetió contra la realidad cotidiana de estos barrios, marcada por "la atroz" injusticia de la marginación urbana.

"Son heridas provocadas por minorías que concentran el poder y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas", criticó el papa.

A la total falta de infraestructuras y servicios se suma una incesante presión urbanística, que reduce el espacio de vida a condiciones infrahumanas.