En sus primeras palabras en Chile, el papa Francisco quiso pedir perdón y dijo sentir «dolor y vergüenza» por «los daños irreparables» causados a los niños víctimas de abusos sexuales por parte del clero chileno. En los días previos a la visita se había reavivado la polémica de los casos de pederastia en la Iglesia y desde diferente sectores se había pedido un gesto del pontífice argentino con las víctimas de los abusos. Francisco aprovechó su primer discurso ante las autoridades en la sede del Ejecutivo, la Casa de la Moneda, para manifestar el dolor y la vergüenza que siente ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. «Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir», dijo Francisco aunque no citó la palabra abusos.

Mientras se esperan las reacciones a la petición de perdón del papa, otros siguen pidiendo la destitución del obispo chileno de Osorno, Juan Barros, nombrado por el papa argentino, por su vinculación con el encubrimiento de abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima. Francisco, que llegó el lunes por la tarde a Santiago de Chile, comenzó ayer su agenda oficial con el discurso a las autoridades chilenas, a quienes pidió que escuchen a los pueblos originarios, en un momento de duras reivindicaciones por parte del pueblo mapuche. El papa Francisco llegó a La Moneda, donde en la Plaza de la Constitución le esperaba la presidenta Michele Bachelet. Después se escucharon los himnos y se pasó revista a la Guardia de Honor. Francisco instó a los mandatarios a cuidar a los pueblos originarios «frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada para que no se pierda».