El papa Francisco ha asegurado este sábado que cerrar las puertas a los inmigrantes es un "suicidio" para las sociedades con bajo nivel de natalidad, "que no hacen hijos", después de celebrar una misa en Roma en memoria de los mártires de los siglos XX y XXI.

"Es verdad, nosotros somos una civilización que no hace hijos, pero cerramos la puerta a los inmigrantes. Esto se llama suicidio. Recemos", ha dicho el Pontífice ante los fieles que le esperaban a las puertas de la basílica romana de San Bartolomé, donde ha celebrado misa. Francisco ha recordado que si en Italia "se acogiera a dos refugiados por cada municipio, habría lugar para todos", y ha pedido que "la generosidad" del sur, donde desembarcan cada día numerosos inmigrantes, pueda "contagiar un poco al norte".

En este sentido ha denunciado "la crueldad" practicada hacia los inmigrantes y ha encomiado los esfuerzos que países como Italia o Grecia llevan a cabo para acogerles. En el acto por los mártires del siglo pasado y el actual, organizado por la Comunidad de Sant'Egidio, el papa argentino ha recordado la situación que viven los refugiados, en concreto a una cristiana asesinada por su fe y cuyo caso conoció por su marido, al que vio en su visita a la isla griega de Lesbos en abril de 2016.

Francisco ha afirmado que, en ocasiones, los campamentos de refugiados son "campos de concentración" por la cantidad de gente que acogen y ha denunciado que "parece que los acuerdos internacionales son más importantes que los derechos humanos" de estas personas.