Una de las extinciones de animales más dramáticas en tiempos históricos es el de la paloma migratoria o de Carolina. Cuando los europeos llegaron a lo que hoy es Estados Unidos, sus miembros cubrían los cielos de las regiones del norte y del centro. Se calcula que había entre 3.000 y 5.000 millones de individuos en lo que debía ser entonces la mayor colonia de aves del mundo. Las poblaciones aborígenes las habían cazado siempre, pero a partir de mediados del siglo XIX los nuevos colonos lo hicieron sistemáticamente hasta que a principios del XX desaparecieron por completo. La última hembra murió en un zoológico en 1914. Grupos norteamericanos han estudiado ahora los genomas de animales conservados en museos para encontrar razones biológicas de su rápido declive.

El trabajo que se ha publicado en la revista Science presenta el estudio de 41 genomas parciales y cuatro completos de animales disecados y que habían sido cazados en diferentes lugares. Se han comparado también con el genoma de la paloma de collar, que es la especie más cercana y que vive en las regiones del oeste de Estados Unidos. Los resultados muestran que el genoma de la paloma peregrina era muy poco variado a pesar de su gran número de individuos. Los investigadores concluyen que los pájaros se habían adaptado a vivir en grandes poblaciones y que no tenían capacidad para sobrevivir cuando disminuyeron debido a la caza sistemática. El resultado fue su desaparición.

Cuando se celebró el centenario de la desaparición de la paloma migratoria, en 2014, se publicó un estudio preliminar en el que se indicaba que una especie que depende de la migración en grandes bandos debería fluctuar mucho el número de sus componentes dependiendo del clima y del acceso a la alimentación. El mismo año se propuso hacer revivir la especie modificando el genoma de la especie de paloma más cercana. Los resultados actuales nos dicen que sería un trabajo complicado porque implicaría producir la gran cantidad de individuos que una especie necesita para sobrevivir.