Algunos ya los han terminado. Otros, más perezosos o más ocupados en otros quehaceres, aún están en ello. Prácticamente todos los estudiantes de seis a 17 años han tenido que dedicar un tiempo esta Navidad a los deberes escolares, una actividad que algunos consideran imprescindible, pero que otros, en su mayoría padres y alumnos, califican de innecesaria, farragosa y generadora de conflictos familiares. Hoy mismo, último día de fiesta antes de volver mañana a clase, seguro que hay más de un rezagado que se afana en completar fichas, solucionar operaciones matemáticas o acabar las lecturas encomendadas por el maestro. Defensores y detractores de las tareas escolares coinciden --con matices, eso sí-- en que deben replantearse y en que sería muy útil que la Administración dictara criterios y recomendaciones al respecto.

A diferencia de países como Francia, donde las leyes educativas dedican un capítulo a orientar sobre el trabajo que los alumnos han de hacer en casa, por su cuenta o en grupo, pero siempre fuera del horario escolar, los deberes en España quedan al albedrío de cada centro (en algunos casos, incluso de cada maestro). La nueva ley orgánica de mejora de la calidad educativa, la LOMCE, aún en fase de borrador, no regula el asunto, pese a que las ampas agrupadas en la mayoritaria Confederación Española de Asociaciones de Padres de Alumnos (Ceapa) llevan tiempo pidiendo que se ponga coto a la sobrecarga de tareas que sufren los alumnos. Un tercio de los estudiantes españoles, sostienen estudios aportados por esta entidad, "dedican al menos dos horas diarias a hacer en casa ejercicios escolares",

UN RATO AL DIA "El de los deberes es, efectivamente, un debate no resuelto, un tema que provoca muchas discrepancias y sobre el que cada cual tiene un criterio propio. Hasta ahora, la mayoría de los centros se han organizado de acuerdo con el claustro de profesores. Hay centros que no ponen deberes y otros que habilitan espacios y dedican un tiempo dentro de la jornada escolar para que los chicos avancen las tareas antes de irse a casa. Pero no siempre es así", indica Maria Vinuesa, vicepresidenta de un grupo de maestros. La docente, que no es partidaria de que "se pongan deberes en periodos vacacionales como Navidad o Semana Santa, en que los niños han de tener tiempo para la familia y para actividades culturales y de ocio", considera en cambio que "a partir de cierta edad, de los nueve o los 10 años por ejemplo, es bueno que los niños asuman de forma gradual ciertas responsabilidades.