No se ha confirmado el fallecimiento de ningún oso, al menos por ahora, pero los incendios de los últimos días han asestado un golpe doloroso a algunos de sus mejores reductos en Asturias occidental, noroeste de León y el oriente lucense. Los robledales y hayedos que los cobijan, muy poco habituados al fuego, tardarán en recuperarse. En el llamado núcleo occidental del Cantábrico, un vasto territorio que penetra en tres comunidades autónomas, salpicado de aldeas y prados, roquedos y escarpadas montañas, viven más de 200 ejemplares, la mayor población de toda Europa occidental.

Las llamas, por ejemplo, han afectado a un territorio aún no precisado, pero del orden de 3.000 hectáreas, en el parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, y se han quedado a las puertas de Muniellos, reserva integral situada en su interior que incluye una de las mejores poblaciones de plantígrados de todo el Cantábrico. Allí también mora una subespecie de urogallo catalogada en peligro crítico. Los equipos de extinción han localizado cadáveres de corzos y ciervos.

"Aunque los osos puedan haber encontrado refugio en zonas al margen de las llamas, pues son muy rápidos, la afectación ha sido muy importante en sus territorios. Yo ahora estoy muy preocupado por las hembras que iban con crías pequeñas, después de los partos de primavera", resume el presidente de la asociación FAPAS, Roberto Hartasánchez, un histórico de la conservación en Asturias.

Época particularmente sensible

El otoño es una época particularmente importante en la biología de los osos porque aprovechan la abundancia de frutos para engordar y luego iniciar una hibernación con garantías. Una escasez de alimentos podría afectar también a las hembras ya preñadas. Y, posiblemente lo peor, es que algunos ejemplares puedan aventurarse hacia espacios más humanizados y con carreteras.

"Nos tememos lo peor. Habrá un empobrecimiento del suelo que pasará factura -insiste Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP)-. Los equipos de extinción han visto añejos robles ardiendo y estallando. Esperemos que hayan sobrevivido las hayas de las umbrías, en zonas más húmedas". Elías Suárez, integrante de una de las patrullas de osos de la FOP, describió el lunes: "Esta mañana no amanecía a causa del humo y no cantaban los pájaros. Parecía el fin del mundo".

Al otro lado de la cordillera

También se han visto afectados territorios de gran gran biodiversidad en la otra vertiente de la cordillera, en el Alto Sil leonés, "cuyos montes albergan asimismo un importante núcleo reproductor de oso pardo", dice Palomero. Uno de los incendios más graves, prosigue Hartasánchez, ha arrasado un bosque en donde mas de una veintena de osos se habían concentrado para alimentarse de bellotas, entre ellos cuatro hembras con sus crías.

Intencionalidad de los siniestros

"Llama mucho la atención que varios incendios se iniciaron precisamente en focos de observación de osos", dice el presidente de FAPAS. Lo mismo ha sucedido en Degaña, cerca de Muniellos. "Es un tema muy preocupante".

En el mismo sentido se pronuncia Palomero: "Los fuegos estánLos fuegos están provocados por gente de la zona que conoce bien el terreno". De hecho, a la espera de conocer las versiones oficiales definitivas, todo apunta a la intencionalidad en el origen de los fuegos, con el agravante de que "los incendiarios han escogido las condiciones de sequedad, viento y altas temperaturas", dice la FOP.

"Esto hay que tratarlo como terrorismo. Era imprevisible lo que podía pasar -insiste Palomero-. Quienes prendieron los fuegos no solo amenazaban los osos y la biodiversidad, sino que estaban poniendo en peligro vidas humanas".

Lo peor de todo es que "dentro de 15 días la gente se habrá olvidado de los osos", concluye Hartasánchez. "No tenemos unas administraciones con capacidad operativa de poner en marcha medidas paliativas, empezando por anular la caza en las zonas debilitadas en las que ha habido incendios".