Los neutrinos son partículas subatómicas extraordinariamente abundantes en el universo, surgidas por ejemplo de reacciones nucleares como las que acontecen en nuestro Sol, pero el hecho de que rara vez interaccionen con otras partículas los hace difíciles de observar. De hecho, miles de millones de neutrinos atraviesan cada segundo nuestro cuerpo a la velocidad de luz sin que sintamos lo más mínimo. Así que para estudiarlos es necesario construir unas complejísimas instalaciones.

Los investigadores Takaaki Kajita y Arthur McDonald fueron galardonados ayer con el Premio Nobel de física 2015 por haber contribuido, cada uno al frente de sus equipos y sus detectores en Japón y Canadá, a conocer un poco más las características de estas esquivas partículas, y por haber descubierto que los tres tipos de neutrinos "oscilan" -pueden cambiar de propiedades, transformarse entre ellos-, un hallazgo "que prueba que tienen masa y que desafía el modelo estándar de la física", como destacó el jurado de la Academia de Ciencias sueca.

La existencia de los neutrinos fue sugerida ya en 1930, aunque no fueron descubiertos experimentalmente hasta 1956.