Las 150.000 personas que, según recientes estudios epidemiológicos, sufren infección por el virus de la hepatitis Cen España podrán acceder a los nuevos fármacos que en pocas semanas curan la enfermedad, lo que, en pocos años, conducirá a una drástica reducción del número de enfermos. “Si empezamos a tratar de inmediato a todos los infectados, en el 2020 habremos eliminado la enfermedad a la mayoría de los pacientes que la han desarrollado”, asegura Rafael Esteban Mur, responsable del servicio de hepatología en el Hospital del Vall d’Hebron, y uno de los especialistas que más han presionado ante el Ministerio de Sanidad y la Conselleria de Salut para que dichas administraciones accedieran a generalizar el tratamiento de la hepatitis C a todos los portadores del virus.

Los consejeros de sanidad de toda España y el Ministerio de Sanidad, reunidos en un Consejo Interterritorial de Salud, tomaron esta decisión en su última reunión, suprimiendo la limitación de que los fármacos se destinaran únicamente a quienes se encuentran en las fases F2, F3 y F4 de la infección hepática, los estadios de máxima gravedad. “Extender el tratamiento a todos los afectados por el virus de la hepatitis C es una excelente decisión, una gran noticia -afirma Esteban Mur-. Los pacientes no entendían que existiendo un método curativo de esta hepatitis no se les administrara”.

PIDEN SER ANALIZADOS

Ahora será posible tratar a quienes se encuentran en Fase F0 y F1, una mínima parte del total de diagnosticados, indican los hepatólogos. Las cifra de infectados por hepatitis C que han sido detectados se ha aproximado extraordinariamente al número real de enfermos que se estima existe, ya que desde que en el 2014 se comercializaron los fármacos que curan la enfermedad muchos ciudadanos han acudido a sus médicos solicitando una prueba de detección, asegura Esteban Mur. “El hecho de que exista un tratamiento eficaz, ha propiciado que quien sospecha que sufre la infección se interese por saber si realmente está enfermo, y calculamos que ya no existe una bolsa de población afectada no conocida”, añade el especialista.

El coste de la extensión de estas terapias a todos los infectados por hepatitis C lo asumirán por completo los gobiernos autonómicos, ya que el que preside Mariano Rajoy no aprobará ninguna partida específica para este fin, como se había solicitado desde las comunidades a la vista del elevado coste de los fármacos. La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, adujo que se ha conseguido reducir de forma sustancial el precio de unos medicamentos que cuando llegaron al mercado resultaban inasumibles, de hasta 70.000 euros por persona y terapia. En estos momentos, el tratamiento definitivo de un enfermo de hepatitis C cuesta entre 8.000 y 11.000 euros, por lo que, a juicio de Montserrat, pueden ser asumidos por los gobiernos autonómicos. "Son mucho más baratos, pero más eficaces", dijo la ministra.

60.000 EN ESPERA

Hasta ahora, han recibido las nuevas terapias unos 76.000 los pacientes. Una mayoría de ellos están curados. Otros 60.000 enfermos se encuentran pendientes de acceder al tratamiento. Los hepatólogos siempre se mostraron partidarios de tratar a los enfermos de hepatitis C cuando no han superado la fase F2 de la enfermedad, momento en que no han desarrollado cirrosis ni el cáncer de hígado a que puede conducir la infección. Esta posición se argumentó incluso desde el punto de vista económico, ya que el tratamiento de un cáncer o un trasplante de hígado son mucho más costosos.

No se ha aprobado una de las reivindicaciones de estos especialistas -que los análisis rutinarios realizados en los CAP y los hospitales incorporaran por sistema la detección de anticuerpos del virus de la hepatitis C-, ni tampoco que las administraciones sanitarias realicen un cribado poblacional para detectar la cifra real de infectados, aunque esto se está resolviendo de forma espontánea por parte de los ciudadanos. El virus de la hepatitis C puede permanecer hasta 20 años en el hígado sin causar síntomas evidentes que permitan su detección. Hay que buscarlo. Esta presencia, no obstante, sí va dañando el hígado, además de facilitar que el infectado lo transmita en sus relaciones sexuales o si sufriera alguna herida sangrante que manipulara otra persona. Las donaciones de sangre son rigurosamente analizadas para descartar la presencia de este virus.