Captar chicas para las redes de prostitución se ha convertido en un negocio redondo en Rumanía. Fuentes de la brigada de investigación criminal de la policía rumana explican que las personas encargadas de engañar a las chicas con falsas promesas de trabajo en España "reciben entre 100 y 200 euros por cada mujer que atraen a la red". Ese es el primer escalón de una cadena en la que la joven puede ser vendida una y otra vez por cantidades que oscilan entre los 400 y los 2.000 euros.

El objetivo son chicas de entre 16 y 20 años. Aunque esas mafias operan en todo el país, sus ojeadores hacen estragos en las zonas rurales más atrasadas, sobre todo en Moldavia, una de las más pobres de Rumanía. "La captación es la primera actividad que hace un individuo cuando se integra a una mafia", cuenta un oficial de la policía.

CARA AMABLE El negocio de captador atrae cada vez a más personas que actúan por su cuenta, limitándose a captar chicas y venderlas a las mafias. Las autoridades rumanas, cada vez más comprometidas en la lucha contra las redes de trata de blancas, investigaron entre enero y febrero de 2005 a 430 personas implicadas en la trata de blancas de los que el 50,5%, más de la mitad, de los arrestados actuaba por su cuenta. El resto pertenecía a redes mafiosas.

En ese mismo periodo, 311 personas fueron acusadas por estar implicadas en el tráfico de mujeres. Lo más alarmante fue que el perfil de los detenidos ya no respondía sólo al del típico mafioso o proxeneta sino que se ha convertido en un negocio que atrae a gente muy diversa. De hecho, de las personas arrestadas por participar en la captación y la trata de blancas el 23% eran mujeres y el 14,5% menores.

Las técnicas para cazar a esas jóvenes han cambiado. "Hace tres años, estas redes atraían a las chicas mediante anuncios en los diarios con ofertas de empleo para trabajar como camareras o bailarinas en España", señala el oficial, que destaca el éxito que supuso una campaña publicitaria que realizó el Gobierno rumano alertando del peligro que suponían esos anuncios. "Hoy ese método casi ya no se usa", resalta.

Los captadores han variado sus métodos. Para reclutar a las jóvenes, esos individuos adoptan una cara más amable y buscan vínculos de confianza. Por eso, según este oficial, los captadores, muchas veces chicos jóvenes, buscan a las muchachas en su entorno más cercano. "Contactan con chicas que son de su pueblo, o de uno cercano, que viven en su barrio, que frecuentan la discoteca a la que ellos van", comenta.

"Ahora contactan a las chicas en su contexto y las engañan con unas ofertas casi personalizadas", explica. Según sus investigaciones, a las chicas del mundo rural las convencen con ofertas para trabajar en España en la recogida de la fresa. A las jóvenes con un mayor nivel educativo o con idiomas les ofrecen supuestos empleos en empresas, hoteles o restaurantes. Los captadores hablan con los padres de las jóvenes para convencerles de que no hay ningún peligro.

En algunos clubes de alterne de Rumanía, las jóvenes son mercancía objeto de compra y venta. Paul Cristian Radu, fundador del Centro Rumano para el Periodismo de Investigación, denuncia que "en los clubes hay un auténtico mercado de chicas que va desde los 400 a los 2.000 euros".